NO ES QUE A MI me importe demasiado el porvenir del Partido Popular, ni mucho menos. Pero si alguna ventaja tiene saber casi nada de muchas cosas, es la de proporcionar una objetividad difícil de lograr con el conocimiento de numerosos datos y antecedentes.
Y tampoco puedo evitar la simpatía que me inspira la pérfida aspirante a brújula del PP, montada hábilmente en su escóbula, que como abeja loca zumbona revolotea de tertulia en tertulia ahora te pico, ahora te rascas, eludiendo como buenamente puede las palmadas de las que, desde uno y otro frente, es objeto y objetivo.
El sin par Federico, por otra parte, ha brindado a la posteridad una definición que muchos teníamos en la punta de la lengua sin conseguir caer en la cuenta ni atrás ni alante. La capacidad conceptual de este tipo resulta envidiable. Oso Torpón. Nunca la esencia de un personaje ha quedado más fiel y concisamente recogida entre un sustantivo y un adjetivo como en esta ocasión.
Aprovechándome miserablemente de la certera intuición federiquiana, me divierte situar al Oso Torpón clavando garras en el tronco del árbol del que pende el panal de rica miel que
De eso nada. Por más que la recién estrenada (políticamente) Bubú-Soraya le aupe el trasero en la medida de sus –ya desde el principio- mermadas posibilidades, los legítimos usufructuarios del panal les hostigan lo suficiente como para desconcertar a los usurpadores, eso sí, sin cabrearlos demasiado, no sea que el Oso, en un ataque de furia y frustración, tumbe el árbol de dos patadas y adiós panal, miel, y resto de fauna que a la sombra del alcornoque (porque el árbol es un alcornoque, faltaría más; el Alcornoque de
Y NO ES QUE A MI me importe demasiado la verticalidad o no del Alcornoque de
La nueva liturgia que surgirá a raíz de la segunda venida a la tierra del dios Oso Torpón –la primera en helicóptero- sólo el tiempo la definirá como el dios manda.
Y NO ES QUE A MI me importe nada de ésto, pero seguiré observando.
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