Tanto tiempo sin hablar de la "crisis" me está sumiendo, precisamente, en una crisis casi de identidad. La acumulación y contención de alegre pesimismo por largos períodos de tiempo tiene esas cosas.
Por puro patriotismo estadístico, me tragué casi entero el infumable "tengo una pregunta..." de la TVE1, donde era de esperar el protagonismo de múltiples nuevos parados inquiriendo hoscamente al Presidente sobre cómo va a resolver la "muy pertinaz desaceleración", más marcha atrás ya que otra cosa. Algo parecido a la técnica japonesa de atizarle a la foto del jefe para aliviar tensiones laborales.
La proyección holográfica de ZP se limitó a responder -en modo "contestador automático" a todo cuanto no se le preguntaba, como viene siendo habitual y ante la impotencia del pelotón de interrogadores, que se deshacían en muecas y tics nerviosos en su afán por interrumpir la perorata que les llovía tras cada cuestión planteada. La pelota de Lala, la pelota de Lala, ¡qué bonita es la pelota de Lala! Y es que cuando José Luis se calza el mono de teletubbie, se queda solo en el prado. Puñetero.
El punto exótico vino de la mano del "Sacerdote", que desempeñó su papel estereotipado a la perfección, para acabar quejándose de lo mismo que todos, que no se le contestaba directamente a su pregunta. Qué mal suele sentarnos una dosis de nuestra propia medicina.
Por lo demás, los preguntantes no estuvieron a la altura de las circunstancias, recreando un escenario más parecido a la ventanilla de una oficina de desempleo, donde cada cuál viene a exponer e intentar resolver su caso concreto sin importarle lo más mínimo las cuitas del que viene detrás. Un redil de pardillos egoístas cada cual con su particular miserere, ocupados tan sólo en rascar las miasmas de sus ombligos, cayendo como lemmings clonados por el precipicio fácil de culpar a quien sea de su situación laboral.
De repetir la experiencia, recomendaría a L. Milá seleccinase a sus 100 ciudadanos entre rentas superiores a los cien mil euros anuales. El estómago lleno y las necesidades básicas cubiertas activa el riego cerebral y, sobre todo, mejora la puntería.
Por puro patriotismo estadístico, me tragué casi entero el infumable "tengo una pregunta..." de la TVE1, donde era de esperar el protagonismo de múltiples nuevos parados inquiriendo hoscamente al Presidente sobre cómo va a resolver la "muy pertinaz desaceleración", más marcha atrás ya que otra cosa. Algo parecido a la técnica japonesa de atizarle a la foto del jefe para aliviar tensiones laborales.
La proyección holográfica de ZP se limitó a responder -en modo "contestador automático" a todo cuanto no se le preguntaba, como viene siendo habitual y ante la impotencia del pelotón de interrogadores, que se deshacían en muecas y tics nerviosos en su afán por interrumpir la perorata que les llovía tras cada cuestión planteada. La pelota de Lala, la pelota de Lala, ¡qué bonita es la pelota de Lala! Y es que cuando José Luis se calza el mono de teletubbie, se queda solo en el prado. Puñetero.
El punto exótico vino de la mano del "Sacerdote", que desempeñó su papel estereotipado a la perfección, para acabar quejándose de lo mismo que todos, que no se le contestaba directamente a su pregunta. Qué mal suele sentarnos una dosis de nuestra propia medicina.
Por lo demás, los preguntantes no estuvieron a la altura de las circunstancias, recreando un escenario más parecido a la ventanilla de una oficina de desempleo, donde cada cuál viene a exponer e intentar resolver su caso concreto sin importarle lo más mínimo las cuitas del que viene detrás. Un redil de pardillos egoístas cada cual con su particular miserere, ocupados tan sólo en rascar las miasmas de sus ombligos, cayendo como lemmings clonados por el precipicio fácil de culpar a quien sea de su situación laboral.
De repetir la experiencia, recomendaría a L. Milá seleccinase a sus 100 ciudadanos entre rentas superiores a los cien mil euros anuales. El estómago lleno y las necesidades básicas cubiertas activa el riego cerebral y, sobre todo, mejora la puntería.