martes, 5 de mayo de 2009

De oca en oca

Últimamente frecuento lecturas repletas de imaginación y protagonizadas por entes fantásticos. Se me ha debido contagiar la inercia, porque me ha dado por preguntarme por el nivel de realidad que somos capaces de detectar dentro de la realidad misma.

Por lo mismo, me ha venido desde un rincón de la memoria un dato obtenido hace lustros, no recuerdo ni de dónde, que aseguraba el hallazgo de una huella de zapato en un yacimiento de carbón vegetal. Imagínese usted un domingo por la mañana, jugueteando con su picota de arqueólogo -que no puede faltar, junto con el tupper de tortilla-, golpeando distraidamente una roca que le sorprende abriéndose como un huevo kinder. Y, sorpresa... En lugar de la impresión retostada de un helecho, se encuentra con el contorno y moldes de lo que fue el relieve adherente de un calzado. Y en una roca que cuajó cuando se supone que el Hombre de Atapuerca sólo era un proyecto en busca de financiación.

Que entonces ya existiesen zapatos gorila, es lo de menos. Lo de más es que habría gente calzándolos. Y con un sencillo cálculo proporcional, podría concluirse el número de veces que el ser humano ha debido de inventar y olvidar el zapato, por ejemplo. Un par de docenas.

Va a resultar que la trayectoria, lo que llaman progreso, civilización, va a ser, más que una zigzagueante carrera de fondo, un simple juego de la oca en la que, como colectivo, vamos cayendo en determinadas casillas que determinan si avanzamos o retrocedemos, si nos quedamos tres turnos sin jugar en una milenaria Edad Media o, incluso, somos obligados una y otra vez a regresar a la casilla de salida.

En el cuadro donde se inventa el zapato con suela adherente, alguien pisó barro, y por éso nos hemos enterado de qué estamos jugando, en realidad. Si aquél torpe retro-ancestro nuestro no saca los pies del asfalto, aún estaríamos en la inopia.

Como ya me he aclarado bastante respecto a nuestra situación en la colorida espiral, he caido en la cuenta que en la época actual estamos en el casillero "LA CÁRCEL", ése de dónde no se sale hasta que otro jugador comparte tu mala suerte. Pero no veo más jugadores por los alrededores, por lo que me temo que la estancia va a ser larga. Tanto que el casillero podría sufrir un desgaste insostenible y al Juego de la Oca tal vez no le quede más opción que enviarnos, una vez más, a la casilla inicial.

Será estupendo volver a inventar el fuego, y la rueda, y la escritura. Y el zapato. Al fin al cabo, a quién le importa ganar. Lo auténticamente importante, es pisar el barro, para que los del siguiente turno sepan que estuvimos aquí.