miércoles, 30 de diciembre de 2009

Las nalgas de Hank

De cuando en cuando releo la parábola de las Nalgas de Hank, porque me desata una sonrisa y porque me recuerda en qué mundo de locos nos ha tocado vivir al reducido número de batracios verdes que, como yo, perdemos tiempo y energía luchando contra la sinrazón, la superchería y la amenaza constante de las teocracias y sus cómplices.

No es que el territorio comanche ubicado fuera de la burbuja de la magia-religión se encuentre mucho mejor abonado, pero ya hay quien se arroga esa no menos pesada carga. Y, por otra parte, la religión y el poder material invisible tienen tanto en común...

Por algo tiranos, magnates y dictadores, aunque descreídos, buscan el calor mutuo bajo los faldones acogedores y conciliadores del clero, unidos generación tras generación por el único amor verdadero: el amor al poder y el dinero.