viernes, 4 de junio de 2010

Iglesia político-militar

Por si esta directiva socialista y mentecata no se había mercado bastantes problemas en su propia salsa de ineptitud, va a resultar que sus ratos de ocio los consagra íntegros a la jodienda del católico peatonal, así, sin venir a cuento, por las buenas. Resulta que recortando, recortando, han intentado despojar al Corpus del himno nacional y los honores de armas, a sabiendas de lo que para el Pueblo supone este binomio iglesia-patria-armas/de/fuego con que pasaportar al infiel a mejor vida y defender, por ende, a Cristo llegado el caso. Si es que de crueles que son, hierven solos.
En este país se puede romper de todo, excepto las tradiciones. Qué menos. Sobre todo cuando, en gran medida, vivimos de ellas. Hay que ser insensato para matar la gallina de los huevos de oro.
Los católicos somos conscientes de que al Redentor, probablemente, se la trae al fresco el himno de España y que le pongan guardaespaldas de caqui, teniendo como tiene en nómina eterna un batallón de arcángeles que, cabreados, de dos espadazos flamígeros hacen fosfatina al más gallardo portero de discoteca. Él sólo nos exige que le doremos la píldora a perpetuidad, y la fluctuación de las ventas de quincalla tallada con motivos religiosos debe antojársele asunto tan cutre como baladí.
Aún así, los que estamos convencidos que la Fe mueve montañas y basta y sobra para aclarar las dudas del camino, lo de cambiar el paso al Corpus sobra y hay cosas que mejor no meneallas, que a cualquier olor se acostumbra uno y cuando quiere darse cuenta, no puede pasar sin él. Pasa con el incienso, la pólvora y el amoniaco, por citar tres ejemplos cotidianos.
A estas horas, el brazo mediático de la Iglesia, la Cope, recopila firmas para solicitar formalmente el adelanto de las elecciones generales. Práctica política.
El brazo rústico-militar, a pie de calle, se ocupa de exigir la conservación íntegra del sandwich tripe iglesia-estado-fuerzas armadas. Y yo me pregunto si, después de tantos sinsabores, qué le cuesta al gobierno hacernos una carantoña.
Los militares están para lo que están: para dar viajes de Afganistán a las procesiones, y viceversa. Y el que no lo vea es un rojo.