lunes, 22 de marzo de 2010

Código ético para un blog.

Esto de los blogs sería digno objeto de la tesis doctoral de un sociólogo. Por si a ninguno se le ha ocurrido, aquí va la idea, gratis.

Los blogs son tan dispares como la gente que los crea y administra, al igual que sus fines y sus formas. Por ello, los que tienen posibilidad de comentar las publicaciones son un lugar de encuentro de lectores, que dejan su impronta ya sea en forma de información añadida, comentario neutro o réplica.

Los comentarios de información añadida suelen darse en blogs informativos, educativos, científicos y de variedades, en informaciones que no generan criterios encontrados puesto que su objetivo es proporcionar y contrastar datos que no implican personalmente ni a los autores ni a los lectores.

Los comentarios neutros -que no vanos- suelen producirse en blogs intimistas, donde se vierten vivencias personales, normalmente anónimas, y dan paso a una interacción de los participantes, casi siempre en el plano humano.

Y por último, encontraríamos los comentarios de réplica, propios de blogs de temática política, social y religiosa, campos éstos donde la diversidad del pensamiento adquiere proporciones inabarcables.

Sólo hay que echar un vistazo a la prensa diaria y los enconados debates que suscita en cada uno de sus titulares, desde la discutibilidad de la sentencia de un tribunal hasta los análisis y juicios inconscientes que realizamos con cada una de las unidades informativas. Aunque individualmente seamos seres comprensivos, socialmente somos terriblemente críticos si se nos brinda la oportunidad de exponer nuestro criterio.

En este sentido, creo que los blogs son como pequeños periódicos que cada cual edita según sus preferencias y puntos de vista.

En algún momento, todos hemos sido testigos de rifirafes que han tenido lugar en blogs de este último tipo, enfrentamientos literales con expresiones subidas de tono en los que cada parte reclama, legítimamente, sus fueros.

Pero, ¿existen realmente los fueros del autor de un blog? ¿puede un bloguero inventar un conjunto de privilegios respecto a su blog y pretender imponerlo a los lectores?

En casos extremos, ha podido verse incluso la creación de blogs-trampa donde se esperaba pacientemente la llegada de los lectores de la facción contraria para acribillarlos dialécticamente.

Como sabemos, los comentarios de un blog pueden regularse, a grandes rasgos, de tres formas distintas:
  1. No admitir comentarios.
  2. Permitir comentarios pero revisables antes de su publicación.
  3. Permitir comentarios instantáneos.
En esta situación, si voluntariamente optamos por la opción 3, ¿nos asiste el derecho a exigir la no intervención de un lector que se sienta aludido por la información que suministramos, por muy contraria y desagradable que pueda resultarnos su opinión?

Llegado el caso, deberíamos situar el nivel de protección de nuestro tierno corazoncito en DEFCON 2, porque la opción de tomar una pataleta e increpar al lector con un no te quiero ver más por aquí me parece francamente pueril, poco seria y desde luego no sujeta al derecho que pudiese regir la mecánica bloguera.

No se si recordais al amigo -o amiga- Gargantúa y sus memorables intervenciones en este blog. Exorcizarle o invitarle a no volver hubiese resultado ineficaz a todas luces; increparle, igualmente inútil y sobre todo contrario a mis convicciones personales. Recuerdo que, entretanto se me ocurría la solución definitiva, acostumbraba a escuchar la Rapsodia Sinfónica Opus 666 -Danzas Fantásticas-, y no se si por obra del Opus o por el 666, acabé dando con la solución: activar la identificación obligatoria. El interfecto o interfecta prefirió abandonar, a proporcionar la menor pista sobre su identidad.

Para terminar por hoy y como solución para quienes, teniendo estrechas las tragaderas y la personalidad apocada, sufran un lector cuyas opiniones les resulten molestas o interfieran la consecución del fin a que hayan destinado su blog, les propongo una opción que -aunque no puede presumir precisamente de honesta y ética- suele dar buenos resultados:
  1. Activar Defcon 2 en el sensible corazoncito de nuestro blog.
  2. Esperar a que nuestro lector maldito haga su comentario.
  3. Dirigirse públicamente a él recriminándole el contenido del comentario pero -ojo, muy importante- sin publicarlo, creando en el resto de los lectores la sensación de que, aunque nuestro pudor innato nos impide darlo a conocer, hemos sido seriamente agraviados e insultados.
  4. Acompañar la actuación con calificativos que recuerden hechos delictivos, por ejemplo acosador.
Y no olviden que, a falta de un código ético, bien vale una calumnia.