domingo, 20 de junio de 2010

Me pregunto porqué los que creemos tener la solución a los problemas, no presentamos nuestra candidatura presidencial; igualmente me pregunto si aquéllos que presentan su candidatura presidencial, no fueron alguna vez como nosotros.
Philip Kargan Stoiber

El Mesías de la Razón

Si por un cúmulo de casualidades los creyentes hubiesen acertado, puntualmente, en cuanto a la continuidad de la existencia tras la muerte, a estas horas estará Saramago departiendo tranquilamente con Jesucristo, que le habrá esperado impaciente durante los últimos 30 años.


Mil veces más se ha escrito sobre él en un día, que en todos los años que pasó ejerciendo la literatura.


Le Obsservatore Romano, entre otros medios católicos radicales, le ha puesto a caer de un burro. A moro muerto, gran lanzada. La cobardía del clero. Les recuerda demasiado el inicio de su propia historia. Un hombre sencillo, preclaro y portador de una filosofía irrebatible. Y deja una Obra que contiene muchas de las claves para interpretar el pasado y construir un futuro distinto al que todo indica que estamos abocados a padecer.


Naturalmente que sienten miedo. Esta vez no podrán quemar sus libros. Ni anatemizar los claros principios que algunos de ellos contienen. Esperaban un anticristo, pero les sorprendió un simple anticatólico. Porque nadie dibujó jamás un Jesucristo más entrañable y dulce que Saramago en su Evangelio según Jesucristo.


La Vanguardia de la Humanidad siempre camina un paso por delante del resto, y Saramago pertenece a esta avanzadilla, siempre objeto de escarnio y desprestigio por parte de quienes llevan siglos quedándose rezagados e intentando impedir, a toda costa, el progreso de los demás.


No reunieron las agallas suficientes para combatirle en vida y, ahora, ya es tarde. Se puede luchar contra un hombre, pero no contra un fantasma. De sobra lo saben quienes durante dos mil años han ganado sus más difíciles batallas gracias a, precisamente, un fantasma. Les guste o no, ha muerto un nuevo mesías... el Mesías de la Razón.