lunes, 29 de marzo de 2010

Semana agnóstica

Estaría bien complementar la tradicional semana santa con una semana agnóstica. Cuestión de equilibrio. Una manifestación callejera de hermanamiento de todos aquéllos que no sabemos, de los que no creemos a los monseñores y monseñoras, iluminados u opacas, que habiendo llegado a este planeta por el mismo sitio y percibiendo las cosas con idénticos sentidos a los nuestros, presumen de conchabeo y confidencias con los habitantes del más allá, o tener en favoritos el número de móvil de Dios.

Si estuviese en mi mano, pasearía en procesión una gigantesca interrogación, símbolo del reconocimiento de la propia ignorancia y desconfianza hacia quienes no admiten la suya.

Nosotros, ese resto de seres apagados -o faltos de luz-, seres mayoritariamente pacíficos que de ninguna manera nos apodaríamos o actuaríamos como atilas, pues no es la guerra lo que nos llama; que tememos dogmatizar porque la mentira y la superstición tienen las patas muy cortas; que dirigimos nuestras vidas por el camino más incómodo, el de la duda, que rechazamos la doctrina del clavo ardiendo y lo pagamos en paz interior contante y sonante; nosotros, seres apagados que, a pesar de la ausencia de la anhelada proyección inmortal con que nos levantamos cada mañana, aún así rehusamos alienarnos voluntariamente siguiendo cerrilmente a otros que dicen conocer lo que ignoramos, pero que se desmienten a sí mismos con cada uno de sus pasos; nosotros que, a cuestas con nuestra pobre filosofía, no desesperamos ni nos lanzamos a la existencia de cualquier manera, a pesar de cómo somos difamados y calumniados por los iluminados.

Por todo ésto y algo más que a buen seguro olvido, estaría bien presumir de una gigantesca interrogación como guía y símbolo de cómo no nos sentimos, aunque nuestro número sea escaso, insignificante.

Al fin y al cabo, ¿cuántos simios bajaron por primera vez del árbol?

Otro premio para Haminatur Haidar

En esta ocasión, el galardón ha venido de la mano de la Unión de Actores. En realidad, el premio principal propiamente dicho ha sido otorgado a la actriz Aurora Bautista, recayendo sobre la Sra. Haidar la llamada Mención Especial Mujeres en Unión, como "reconocimiento a su activismo pro indepedencia del Sahara", ha especificado la Comisión de la Mujer de la Unión de Actores.

Oportuna y necesaria aclaración.

Un cerebro afortunadamente fugado

Se trata de uno de esos cerebros españoles que Zapatero sueña con atraer con su ideario para convertir en algo atractivo el ejercicio de la ciencia en España: Francisco Ayala, un científico integral que lleva medio siglo ejerciendo su profesión en EEUU y que acaba de recibir el premio Templeton, que se otorga a quien se estima ha contribuido a reducir el abismo entre ciencia y religión.

En su caso, ésto es posible debido a que, además de Fisico, Biólogo y Genetista, Ayala es Teólogo y fue Dominico. Cinco campos diversos que conjugados con las dosis necesarias de sensatez y honestidad, le han convertido en un científico que, aunque probablemente creyente, distingue clara e inteligentemente aquello que puede ser atribuido a fuerzas sobrenaturales, y lo que se explica llanamente con la ciencia actual y la que progresivamente vaya incorporándose al conocimiento humano.

Entrevistado por la cadena de Tv. CNN, Ayala aseguró sin ningún género de dudas que tanto el Creacionismo como el supuesto del Diseño Inteligente se encuentran actualmente totalmente desacreditadas ante la avalancha de pruebas irrefutables que hace ya tiempo dio el empujón definitivo a la Evolución de las Especies, señalando a Darwin como el verdadero artífice de las ciencias naturales actuales.

Aunque Ayala no descarta la mano de un creador en un primer instante de génesis, se muestra seguro al afirmar que a partir de ahí el universo se ha configurado según sus propias leyes, exentas de toda influencia sobrenatural.

Si los Templeton fueron ideados para salvar la cara de la religión frente a la ciencia, en este caso parece que han pinchado en hueso.

Más información aquí y aquí

sábado, 27 de marzo de 2010

Echándole la culpa al Boogie

Refiriéndose a esa clase de curas que ya conocemos, un tal Cantalamessa se dejó caer con que "Cristo sufre más que nosotros por las humillaciones de sus sacerdotes y las aflicciones de su Iglesia. Si lo permite es porque conoce el bien que de ello puede salir, con la mirada puesta en una mayor pureza de la Iglesia"



Cantalamessa, figura como "predicador papal" en la nómina vaticana. Es decir, que este individuo sabe por ciencia infusa que Cristo consiente el sufrimiento y marcaje de por vida de cientos -por decir algo y quedarme corto- de niños de todo el mundo como método de renovación de su Iglesia.

Aquél que valoraba a un niño por encima de todo lo imaginable, resulta que acaba utilizándolo como un objeto sexual en manos de unos desalmados como "plan de reconversión". Seguro que Cristo es mejor gestor que éso.

Catamañanas y otros como él siguen intentando desesperada -y estupidamente- justificar lo injustificable. Todo menos hacer lo que deben: buscar personalmente a los culpables, maniatarlos y llevarlos al juzgado.

Pero echar la culpa al Boogie ya, me parece demasiado.

martes, 23 de marzo de 2010

Pancartas reversibles

Toda manifestación que se precie tiene su pancarta informativa con los lemas y reivindicaciones del acto. Una pancarta consiste en un lienzo sujeto en sus extremos por dos finos mástiles, que exhibe el mensaje en cuestión por su anverso, y está en blanco por el reverso.

Los norteamericanos del norte, siempre innovadores, han ideado una pancarta reversible, una cara para la manifestación de las 11:50 a.m., y la opuesta para la concentración de las 16:30.

En el evento de las 11:50 a.m. claman por la dignidad de las personas no nacidas y su derecho a la vida y a que ésta sea digna y feliz.

En el de las 16:30 p.m., dan la vuelta a la pancarta y vociferan contra la idea de hacer posible que millones de personas sí nacidas disfruten de asistencia médica completa sea cual sea su origen y estatus social.

Dado que muchas de las personas cuya pobreza les impide pagar por la cura de sus enfermedades serán las mismas que, por idéntico motivo, interrumpan su embarazo, podría deducirse que los manifestantes de las 11:50 a.m. y las 16:30 p.m. planean forzar el nacimiento de hijos en familias sin recursos económicos para, posteriormente, dejarles morir de enfermedades curables pero cuyos gastos no pueden sufragar.

Diríase igualmente, que para que alguien se sienta perteneciente a una clase superior, ha de haber siempre un número mucho mayor de personas que ocupe el nivel inferior, y ésto ha de conseguirse a cualquier precio, dado que las sociedades competitivas se fudamentan en el principio de comparación: algo existe desde el instante en que es cuantificado utilizando otro algo como medida.

Este principio puede ser extrapolado a casi cualquier ámbito en muchos estados de EEUU, de forma que la comunidad acaba rigiéndose por criterios extremamente competitivos capaces de deformar la conciencia y la ética común hasta límites difícilmente imaginables en, por ejemplo, Europa. Prueba de ello es que tratándose de un país de confesión mayoritariamente cristiana, el subconsciente colectivo considera admisible que se deje morir a quien no pueda pagar un tratamiento médico para su enfermedad.

Lo más alarmante es que, en la Comunidad de Madrid, hace ya un tiempo que fueron vistas las primeras pancartas reversibles.

lunes, 22 de marzo de 2010

Código ético para un blog.

Esto de los blogs sería digno objeto de la tesis doctoral de un sociólogo. Por si a ninguno se le ha ocurrido, aquí va la idea, gratis.

Los blogs son tan dispares como la gente que los crea y administra, al igual que sus fines y sus formas. Por ello, los que tienen posibilidad de comentar las publicaciones son un lugar de encuentro de lectores, que dejan su impronta ya sea en forma de información añadida, comentario neutro o réplica.

Los comentarios de información añadida suelen darse en blogs informativos, educativos, científicos y de variedades, en informaciones que no generan criterios encontrados puesto que su objetivo es proporcionar y contrastar datos que no implican personalmente ni a los autores ni a los lectores.

Los comentarios neutros -que no vanos- suelen producirse en blogs intimistas, donde se vierten vivencias personales, normalmente anónimas, y dan paso a una interacción de los participantes, casi siempre en el plano humano.

Y por último, encontraríamos los comentarios de réplica, propios de blogs de temática política, social y religiosa, campos éstos donde la diversidad del pensamiento adquiere proporciones inabarcables.

Sólo hay que echar un vistazo a la prensa diaria y los enconados debates que suscita en cada uno de sus titulares, desde la discutibilidad de la sentencia de un tribunal hasta los análisis y juicios inconscientes que realizamos con cada una de las unidades informativas. Aunque individualmente seamos seres comprensivos, socialmente somos terriblemente críticos si se nos brinda la oportunidad de exponer nuestro criterio.

En este sentido, creo que los blogs son como pequeños periódicos que cada cual edita según sus preferencias y puntos de vista.

En algún momento, todos hemos sido testigos de rifirafes que han tenido lugar en blogs de este último tipo, enfrentamientos literales con expresiones subidas de tono en los que cada parte reclama, legítimamente, sus fueros.

Pero, ¿existen realmente los fueros del autor de un blog? ¿puede un bloguero inventar un conjunto de privilegios respecto a su blog y pretender imponerlo a los lectores?

En casos extremos, ha podido verse incluso la creación de blogs-trampa donde se esperaba pacientemente la llegada de los lectores de la facción contraria para acribillarlos dialécticamente.

Como sabemos, los comentarios de un blog pueden regularse, a grandes rasgos, de tres formas distintas:
  1. No admitir comentarios.
  2. Permitir comentarios pero revisables antes de su publicación.
  3. Permitir comentarios instantáneos.
En esta situación, si voluntariamente optamos por la opción 3, ¿nos asiste el derecho a exigir la no intervención de un lector que se sienta aludido por la información que suministramos, por muy contraria y desagradable que pueda resultarnos su opinión?

Llegado el caso, deberíamos situar el nivel de protección de nuestro tierno corazoncito en DEFCON 2, porque la opción de tomar una pataleta e increpar al lector con un no te quiero ver más por aquí me parece francamente pueril, poco seria y desde luego no sujeta al derecho que pudiese regir la mecánica bloguera.

No se si recordais al amigo -o amiga- Gargantúa y sus memorables intervenciones en este blog. Exorcizarle o invitarle a no volver hubiese resultado ineficaz a todas luces; increparle, igualmente inútil y sobre todo contrario a mis convicciones personales. Recuerdo que, entretanto se me ocurría la solución definitiva, acostumbraba a escuchar la Rapsodia Sinfónica Opus 666 -Danzas Fantásticas-, y no se si por obra del Opus o por el 666, acabé dando con la solución: activar la identificación obligatoria. El interfecto o interfecta prefirió abandonar, a proporcionar la menor pista sobre su identidad.

Para terminar por hoy y como solución para quienes, teniendo estrechas las tragaderas y la personalidad apocada, sufran un lector cuyas opiniones les resulten molestas o interfieran la consecución del fin a que hayan destinado su blog, les propongo una opción que -aunque no puede presumir precisamente de honesta y ética- suele dar buenos resultados:
  1. Activar Defcon 2 en el sensible corazoncito de nuestro blog.
  2. Esperar a que nuestro lector maldito haga su comentario.
  3. Dirigirse públicamente a él recriminándole el contenido del comentario pero -ojo, muy importante- sin publicarlo, creando en el resto de los lectores la sensación de que, aunque nuestro pudor innato nos impide darlo a conocer, hemos sido seriamente agraviados e insultados.
  4. Acompañar la actuación con calificativos que recuerden hechos delictivos, por ejemplo acosador.
Y no olviden que, a falta de un código ético, bien vale una calumnia.

domingo, 21 de marzo de 2010

Cultura de la muerte.

Cuanto más negativo resulte el nombre que damos a las cosas o las situaciones, más probabilidades hay de invocar con éxito un prejuicio de partida que condicione definitivamente nuestra disposición a aceptarlo como positivo.

Es por lo que la facción católica del país ha rebuscado en su cajita de "Títulos con impacto" y compuesto el término Cultura de la Muerte para referirse a cualquier iniciativa legislativa encaminada a humanizar el todavía ineludible trance de la defunción. No entraré en más detalles al respecto.

Hace pocos días se aprobó unánimemente en Andalucía el Proyecto de Ley de derechos y garantías de la persona en el proceso de la muerte, que pretende redundar en la potestad de paciente para limitar la acción terapéutica que puede ser ejercida obligatoriamente sobre su cuerpo, y qué otros tratamientos puede demandar para mejorar las condiciones humanitarias durante el proceso terminal.

En otras comunidades ya se regula de facto mediante el llamado Registro de Instrucciones Previas, aunque en supuestos como la sedación paliativa o la desconexión de dispositivos de ventilación artificial la opinión del médico continua siendo determinante, y ahí es donde la nueva legislación andaluza introduce el elemento distintivo: prohíbe explícitamente a los profesionales sanitarios imponer al paciente sus propias convicciones personales, fisiológicas, terapéuticas, morales o religiosas, al tiempo que otorga a éste la última palabra en la aceptación de un tratamiento médico.

En definitiva, y con las limitaciones especificadas en el Cógido Penal -eutanasia y suicidio asistido-, Andalucía va a servir de banco de pruebas y resulta previsible que el gobierno central esté preparando normativa similar de carácter estatal que regule y amplíe más, si cabe, las opciones de los enfermos a la hora de decidir civil y civilizadamente sobre su propia existencia.

Para ese día, se espera un frente de altas presiones procedentes de borrascas tipo foro de la familia, a pesar de que se establece la obligación de proporcionar al moribundo una habitación individual -ya sea en instituciones públicas, privadas o privadas/religiosas- donde permanecer acompañado de su familia hasta el final.

Opino.-

Que se ha buscado una pauta que promocione la libertad individual frente a la imposición de criterios ajenos a nuestra situación personal y emocional, proponiendo todo el potencial tecnológico y humano sanitario disposible, pero ofreciéndonos al mismo tiempo la posibilidad de elegir el momento y la forma de su uso.

Se trata de una verdadera "Cultura de la Vida", de la vida digna hasta el último momento, una vida donde no seamos un cero a la izquierda ni cordero de pascua de un ocasional fanático con bata blanca que considere nuestra dolorosa muerte una ofrenda a su dios.

viernes, 19 de marzo de 2010

A la Ley para una muerte digna

Pa palmarla sin preocupaciones
han hecho leyes pa los andaluces
tranquilos ya, a pasar los cruces
y a cachondearse de los camiones

Ya puedes cruzarte con autobuses
portaaviones o excavadoras
como si un leon te devora
o el tiempo da lluvia de obuses

Porque el gobierno ya colabora
si te vas al paro, vaya desgracia
para diñarla sin burocracia
sin abogada ni procuradora

Y mucho ojo con las falacias
que si te ataca una migraña
no hagas caso de las patrañas
que el cianuro no es de farmacia.

Fin de la crisis y las marañas
estarán contentos los empresarios
que matando moscas a cañonazos
habrá trabajo pa toa España.
La diferencia entre un mártir cristiano y un hereje calcinado, es que al primero le sigue una legión de clérigos adornando ficticiamente su biografía, y al segundo la señora de la limpieza.
Philip Kargan Stoiber

jueves, 18 de marzo de 2010

I.V.A. ¡Arriba con ella!

Las cuentas no me salen. Ni me entran. No comprendo la filosofía que ha impulsado al gobierno a tomar este atajo en la nivelación de las cuentas públicas, pero me da la espina que tampoco va a funcionar. En todo caso, el aspecto fundamental radica en que con esta subida se produce un nuevo incumplimiento de las promesas del Presi: la crisis no la pagará la clase media y trabajadora. Pues sí, a este paso, la va a volver a pagar. Y éso después de abonar a los bancos 1.500 euros por cabeza, que aunque no lo hayan arrancado directamente de mi bolsillo, de lo que es el impacto emocional aún no me he recuperado.

Hubiese sido mucho más simple y justo duplicar el I.V.A. de las joyas, de los yates, de los jets, de los vehículos que excedan la categoría de utilitarios, de los cruceros, de los restaurantes que sirven flores en lugar de filetes, de los viajes a destinos demasiado exóticos, de los hoteles de 5 estrellas y un pulsar, de las viviendas de más de 120 metros cuadrados, de la alta costura, retomar del impuesto de transmisiones patrimoniales, y un largo etcétera que se me ocurre y que cae por su peso: adquisiciones que sólo pueden permitirse las rentas altas y muy altas, y a cuyas cuentas igual les da un porcentaje que el triple de éste.

También podríase limitar la percepción de 2.5oo euros por hijo a aquellas familias que lo necesiten, condicionar toda ayuda estatal en cualquier ámbito al casi siempre infalible baremo de ingresos del beneficiario, por ejemplo.

Éso, Presidente, sería evitar que la clase media pague la crisis.

Sin solución de continuidad.

Este blog vierte, sobre todo, opiniones personales del tipo que suscribe que están basadas en reflexiones superficiales, hechas a partir informaciones genéricas y diversas, sobre personajes y sucesos también varios.

Diaz Ferrán es uno de esos personajes que, si no fuese su escasa calidad personal, serían prácticamente nadie o, como es el caso, el cuasi anónimo representante de un colectivo.

A Diaz Ferrán pueden serle aplicados múltiples calificativos, tantos como actividades empresariales desarrolla, pero quienes le aupan y sostienen son tan fácilmente adjetivables como él mismo. En su reciente renovación como representante de los empresarios del país ya han saltado algunas alarmas en forma de voces discordantes y disconformes con la idea de verse mirados en un estafador de poca monta mimado por las autoridades incompetentes.

Díaz Ferrán, a estas horas y por méritos exclusivos, ya debería estar fuera de la circulación -no usaré metáforas sobre a cadáveres andantes por que el personal anda muy susceptible desde el asunto de Aguirre en feisbuc-, y ser considerado un peligroso criminal en materia económica y empresarial, una vez comprobado que amortaja todo cuanto toca y que la única lucrada es su propia persona física y jurídica. La jugada de Air Comet debió bastar para abrir los ojos del Ministerio correspondiente y apresar y poner a buen recaudo a este tipo. Pero en esta tierra, el inocente ha de demostrar que lo es mientras el evidente culpable campa a sus anchas en tanto se mantenga dentro de los límites cuantitativos legales que distinguen el hurto del atraco a mano armada.

Es el fruto de un Estado y un Sistema inútiles. El Estado es un recaudador que se deja ver sólo en época de recolecta. Entretanto, somos estafados por compañías mercantiles de todo tipo y en todo ámbito, muchas de ellas de titularidad o participación pública. Vengan a mí las eléctricas, telefónicas y suministradoras varias a violarme por donde les plazca, vengan las aseguradoras a regatearme lo que tengo más que pagado, las líneas aéreas sobradas de pasajeros pero no de pasajes, las administraciones públicas darme el pan simbólico del empleo y la vivienda.

Díaz Ferrán no está presentable, y sus electores lo saben, por más que enmascaren su reelección en las justificaciones más neocon y absurdas. La única forma de tratar con él sería la expropiación pura y dura, repasar las notas de qué se hizo en RUMASA y actuar en consecuencia. Y las eléctricas catalanas ya deberían estar públicamente sancionadas con varios cientos de millones de euros, que la Administración se encargaría de repartir justa y generosamente entre los perjudicados.

A los sinvergüenzas, sólo les escuece el bolsillo. Por el momento, sólo me cabe preguntar porqué el ciudadano resulta siempre el más desaparado por la Administración. De qué credibilidad esperan disfrutar los próximos años los empresarios, con semejante botarate como mascarón de proa. Cómo podrán seguir reprochando a la sociedad el pobre concepto que tiene del empresario español, plañidero sabihondo, explotador y gurrumino donde los haya.

Con Díaz Ferrán y su asociación de empresarios, resulta fácil y divertido ser de izquierdas.

Prefiero una verruga.

Hay verrugas que son como una mosca congelada, visibles a varios metros y posada sobre el antebrazo, la espalda, la mano o la cara del portador. Los más valientes visitan al dermatólogo para que acabe con su fea presencia.

Hace unos días pasé cerca de una muchacha bien parecida que portaba dos de estas anormalidades, sobre el cuello la primera y una segunda a pocos milímetros de la comisura de los labios. Uno les compadece instintivamente y piensa "juer... si yo tuviese éso ahí..." ó, como en este caso, "...con lo mona que es y mira tú, nadie es perfecto...". Nuestras respectivas trayectorias nos acercaron un tanto, lo suficiente para percatarme de que las supuestas verrugas eran, en realidad, una especie de perlitas plásticas marrones fijadas a un minúsculo alfiler que perforaba la carne, con una piececita de ensanche en el orificio de salida para evitar que su desprendimiento.

El ser humano ultramodero adopta, paradójicamente, costumbres tribales ancestrales, como colgarse cosas de la piel. Estamos habituados a verlo de dos o tres décadas hacia acá. Pero fue el pirsin del cuello, justo sobre la aorta, el que me confundió hasta el punto de pensar que ambas moscas, idénticas, eran verrugas.

Puestos a jugar con fuego, he decidido colocarme uno de estos artilugios sobre la arteria femoral. Será excitante, tanto o más que una operación quirúrgica a corazón abierto o escalar un risco con los dientes, sin la certeza de sobrevivir al implante si el operador yerra el pinchazo mínimamente.

Creo firmemente que por lo diminuto de esos agujeritos y en los mecanismos prendidos, se cuela roña y salivilla que secarán, mutarán y se convertirán en otra cosa, como ocurre con todo lo orgánico. A falta de la capacidad para hacer predicciones al respecto, personalmente, prefiero una verruga.

martes, 16 de marzo de 2010

Hugo Chávez no proviene del mono.

En contra de toda evidencia, los chimpancés no se cuentan entre los ancestros de Hugo Chávez. Las pruebas, obtenidas a partir de los salivazos expelidos por el mandatario durante sus alusiones a Aznar, han sido minuciosamente analizadas por el Instituto Etológico Iberoamericano de Estudios Antropofaunísticos.

Según las conclusiones e informes publicados por dicho Instituto, tanto Hugo como José María comparten no sólo el 102,98% del material genético, sino también una serie de hábitos sociales adquiridos, como son golpearse sonoramente los pectorales y la secreción de una hormona que les gotea de las axilas y con la que definen con suma exactitud los límites tanto de su territorio como de su inteligencia. El mencionado informe descarta al gorila en la niebla como eslabón los pretéritos de Hugo, conduciendo todos los indicios, no obstante, a la huella genética de un orangután que habitó hasta el siglo XVII la selva venezolana, de donde se sospecha procedería la heráldica de ambos mandatarios. La especie homínida aludida se extinguió a finales de ese mismo siglo debido a su tendencia a ahogarse con su propia lengua, afectados por una lesión congénita que imposiblita controlar normalmente el músculo lingual.

Fuentes de Interior venezolanas se han apresurado a desmentir, dado su marcardo carácter republicano, cualquier relación el Reino Animal o Vegetal con Hugo Chávez, ante las protestas de grupos ecologistas y defensores de los derechos de los animales.

El rey, que ha preferido mantenerse al margen también en esta ocasión, ha optado por la vía de la concordia mediante el envío, por vagina diplomática, de sendos alargadores de pene a cada uno de los implicados.

La reacción de ambos no se ha hecho esperar: Hugo ha eructado sobre un paquete de contratos firmados con multinacionales españolas, a lo que José María ha respondido cascando la concha de un galápago centenario a golpe de abdominales. Mutuamente impresionados, ambos han coincidido en considerar el resultado como un empate técnico.

Cantando bajo las lluvias.

Lloran algunas víctimas del empapamiento de estos tres meses recién pasados, la pérdida, sobre todo, de ellos mismos. Dicen que sus vidas han quedado bajo las aguas, volatilizadas por y entre los escombros reblandecidos. Las referencias de quienes eran, reflejadas en los objetos de su pasado, constituían sin ellos imaginarlo su presente y futuro.

Quizá sea así. Quienes nunca hemos perdido todo cuanto considerábamos nuestro, no podemos saberlo. Qué podría ser aquello que me convenciese de haber perdido de vista parte de mi vida. Puede que cualquier cosa, un objeto al que ahora no doy importancia. Tal vez nada logre acarrear esa sensación.

Pero, Señor, a pesar de todo, cómo me gusta la lluvia. La lluvia de verdad. La que se prolonga durante meses. Bien se qué canalla debe sonar viendo España Directo. Pero nadie se atenga a ofensas, que hablo de poesía líquida. Cierto que rezumo cierto placer en algunas desgracias, incluso debería avergonzarme por ello. Pero no lo consigo, quizá porque se trate de desgracias con trampa o mal interpretadas.

Me privan los ríos subidos de tono, anegando, fertilizando, pudriendo primero bajo el légamo para más tarde, purificar. Por eso, bajo el cielo gris que amenaza continuamente tormenta me siento como pez en el agua, y cuando detona el chaparrón deseo que nunca más escampe.
Le pese a quien le pese.

lunes, 15 de marzo de 2010

Las ratas inocentes.

Andamos cortos de santos inocentes. Los santos, en tanto que santos, poco tienen de inocentes. Los inocentes no pueden permitirse el lujo de la santidad.

Delibes, el maestro de la dulzura macabra, sería la pluma idónea para describir esta clase de rata, la rata inocente sin platos rotos en su “debe”. Pero, a partir de hoy, tal posibilidad se ha esfumado, tristemente.

Como la rata común, la rata inocente se deja ver muy esporádicamente. Sólo cuando alguien le dar por traer a colación la labor cotidiana de estas ratas, roer los cimientos de la superficie donde se mueve el común de los mortales para recabar y arrimar el polvo resultante a los pilares de su propia madriguera.

El último listín de ratas inocentes ha sido llamado “lista mundial de milmillonarios”. Será envidia cochina, no digo que no -ahí queda un ejemplo del libre albedrío de los lectores-, pero estos tipos y tipas inventariados y ordenados por miles de millones de euros me saben a mierda, auténtica mierda.

Soy un cochista.

Creo haberlo comentado nunca, pero soy un cochista. No la clase de cochista cochino que arranca el motor para desplazarse dos manzanas abajo a tomar un café, pero sí cuento ya con unos buenos cuatrocientos mil kilómetros entre pecho y espalda, limpios de polvo y paja, así como de percances. Puede sonar políticamente repugnante, pero considero que disponer de un vehículo propio, sea cual sea el número de patas o ruedas, resulta imprescindible hoy, ayer y siempre, y parece inherente a la naturaleza del ser humano, por lo que comprendo que cada individuo aspire a obtener uno para sí.

He disfrutado bellacamente a bordo de mi coche, he pagado multas justas y otras manifiestamente inmerecidas, he soplado globitos, he pasado con éxito controles para delincuentes comunes, traficantes en drogas y crueles terroristas, me he extraviado en parajes deshabitados en muchas millas a la redonda (la milla es mucho más literaria y yanki que el vulgar kilómetro) sintiendo la soledad y el desamparo más absolutos pero, al mismo tiempo, sabiéndome protegido y acunado por el calor propio y la dura coraza de mi coche.

Como una madre de vientre transparente, todo lo inhóspito y desapacible que pueda suceder alrededor se percibe atenuado cuando se contempla protegido en el interior de un coche.

Para muchos, su coche es una fuente de sinsabores, un armatoste móvil que utilizan por necesidad y guían compungidos por el miedo, y con el jamás llegarán a integrarse. Al menor de los frecuentes contratiempos que pueden surgir durante la ruta, la inseguridad y desapego al vehículo suele desembocar en maniobras bruscas e irreflexivas que pueden matarte y, sobre todo, matar.

La Dirección General de Tráfico, con su clásica ineptitud, gusta de achacar los siniestros –curiosamente, los siniestros se me antojan, precisamente, ellos- al exceso de velocidad en la conducción. Correcto, pero sólo hasta cierto punto.

Las desdichas en la carretera suelen venir de la mano de la falta de capacitación del cochista, y del intolerable estado de muchas vías. A este tenor, vaya desde aquí mi más letal maldición hacia aquellos capataces que marchan a casa dejando escalones de cinco centímetros en el asfalto. Pueden ser considerados unos auténticos canallas.

Porque lo que, tras muchos años de carretera, a cualquiera le queda claro es que más de la mitad de los conductores no reúnen las condiciones psíquicas mínimas que habrían de ser imprescindibles para serles permitido pilotar un vehículo. Y hasta aquí puedo escribir.

Los datos sobre el descenso del número de accidentes y víctimas son sobrecogedores: el gobierno se autoinculpa por ello. El descenso sin precedentes en el número de vehículos vendidos, el incremento de parados en forma de dos millones y medio de personas que ya no saldrán alegremente a recorrer las carreteras, nada tiene que ver. Sólo el buen hacer del gobierno.

Buen viaje.

“Tengo un Plan”.

“Tengo un Plan” aseguraba, en la obra musical “La Guerra de los Mundos”, el Artillero desarbolado al Periodista. Éste, estupefacto al principio, escucha no obstante el proyecto que el otro había ideado para poner nuevamente el mundo en marcha, con la expectativa de que efectivamente existiese un motivo para la esperanza. Dado que las diabólicas máquinas marcianas ocupaban la totalidad de la superficie del planeta y la maleza roja ya había devorado y sustituido toda vegetación, el Artillero pensó que sólo quedaba una opción: mudarse al subsuelo. Huir, en definitiva. Excavar inmensas bóvedas a muchos kilómetros de profundidad, lejos de la vista y los rayos de fuego de los marcianos, y desarrollar una nueva civilización que, algún día, pudiese disputar a los calamares extraterrestres la luz del sol. Un universo cavernoso ocupado por miles de esbeltos edificios de todo tipo y amplias avenidas, mil formas de infraestructuras entrelazadas por interminables puentes flotantes transitados por una intrincada red ferroviaria.

Bastan dos minutos, sin embargo, para que el Periodista se percate de que al Artillero se le ido totalmente la cabeza.

Lástima que en el Consejo de Ministros donde el Artillero / Zapatero expuso por primera vez su “Plan E”, no estuviese presente nuestro Periodista.

Es probable que un simple “pero a dónde crees que vas, con lo que llueve…” hubiese bastado para que, al menos los ministros, hubiesen despertado del encantamiento y resuelto una sencilla cuenta: no se trata de ocupar parados; sino de crear empleo útil y duradero, crear y abordar proyectos de forma sensata, adecuada, realista y, sobre todo, socialista.

Claro que ésto último, visto lo visto, es la auténtica ficción.