jueves, 26 de agosto de 2010

¿Carrusel de Niñatos?

Ahora que ha concluido felizmente, me lo estoy pasando en grande cotilleando en los entresijos del asunto de las oenegés expendedoras tickets de eso que han dado en llamar turismo solidario.

Resulta que servidor era el único que no sabía un montón de cosas que, al respecto, resultaba obligatorio saber.

Como que las llamadas caravanas solidarias, son en realidad una especie de excursión exótica de alto riesgo (como el montañismo, por ejemplo) organizadas por tipos de clase media alta a través de ONGs que, con dinero público obtenido del IRPF mayormente, realizan para llevar personalmente sus regalitos a los niños pobres del mundo tercermundial, estén donde estén. Con dos cojones.

También he conocido por fuentes no del todo descabelladas, que la suma del coste de la excursión más el transporte terrestre a velocidades caracolinas ha sido valorado en unos cuarenta mil euros, mientras que de haberse efectuado el envío por medios reglados y seguros como el barco o el avión no hubiese sobrepasado los mil quinientos.

Fuente fotografía: www.elmundo.es
Son los lectores/comentaristas de noticias de los periódicos nacionales quienes han dado la voz de alarma y arrojado luz sobre tan interesante asunto.

La vida de un europeo dado de alta en la seguridad social y que paga religiosamente sus impuestos, no tiene precio.

Por éso no nos duele en prendas los varios millones de euros más pagos en especie desembolsados rumbosamente para salvar el pellejo de estos héroes desenmascarados y cantamañanas. The President Montilla, éso sí, se ha revuelto un tanto y asegura que estos desfiles como de Cibeles hay que estudiarlos más detenidamente. O suspenderlos, según fuentes oenegeistas catalanas, directamente.

La iniciativa de bautizarlos como "niñatos" no es mía. Se la he copiado a un tal Salvador Sotres, columnista de El Mundo, que ha puesto a los ahora dichosos cooperantes como a caer de un burro, pero subiéndolos y dejándolos caer de nuevo trescientas veces. Y no ha sido el único. ¡Qué país de inconformistas!

Sigo con las opiniones de los contribuyentes, que sólo me quedan ciento noventa. Ya contaré.