lunes, 2 de febrero de 2009

Cómo tomarle el pelo a un inepto.

El programa satírico de la Sexta, El Intermedio, centra buena parte de su contenido en un férreo marcaje a los masmedia ultracatólicos. Éstos, como viene siendo habitual, en lugar de poner "la otra mejilla" como correspondería -y si no, que lo retiren de su publicidad- se revuelven a dentelladas contra todo lo que se mueve. Airear el historial artístico de Wyoming ya sería un arma de destrucción masiva en sí mismo, sin necesidad de más. Aún así, también es criticable la escasa proporción del busto de Beatriz Montañez o su tendencia incontrolable a prostituirse.

Se trata de que el equipo del Intermedio ha confeccionado un video falso donde Wyoming denigra públicamente a una becaria durante los ensayos del programa, grabación que fue enviada a un programa de INTERECONOMÍA TV, donde lo emitieron sin percatarse del "fake", adornado de insultos y descalificaciones a "los progres", tras lo cual se monta un debate tipo "Sesenta Segundos" donde acabaron de despellejar cuanto encontraron con un atisbo de piel. El presentador de "Más se perdió en cuba" se despachó como de costumbre con Wyoming y el equipo del Intermedio, al más puro estilo Losantos, pero en fofo y arrabalero. Un inepto que recolecta los adjetivos que usará en su programa buscando en internet sinónimos de "sociata".

Hasta aquí, todo normal. Lo sorprendente es que al diario El País, a través de su columnista Ramón Muñoz, la trampa le ha parecido una práctica poco recomendable, y lo reporta en tono resignado, como por obligación, porque ha ocurrido y la cosa tiene migas.

Es lo de siempre. La jauría de la derecha ladra al frente, cada pitbull hacia su presa. Los chuchos callejeros de la izquierda, siempre contra su propio rabo, no desperdician ocasión de morderse mutuamente. Así nos luce el pelo.

Maleni debe dimitir.

Ha vuelto a ocurrir. Los aeropuertos de París, Roma y Londres se han visto obligados a anular cientos de vuelos, cerrar colegios y las vías de transportes se han convertido de un caos.

La desidia y falta de previsión del Gobierno unido al temporal de nieve, vientos huracanados y frío enviado por Dios como toque de atención a todas las democracias laicistas, deben ponernos sobre alerta. No es la primera vez que Dios interviene directamente en defensa de sus derechos; Sodoma y Gomorra, también gobernadas por el PSOE y pioneras en la retirada de crucifijos de los lugares públicos, son buena muestra de ello.

Rodríguez Zapatero ha asumido su responsabilidad -sobre todo en los acontecimientos de los aeropuertos londinentes- y ha asegurado -mencionando expresamente el caso de Abraham-, que Magdalena Álvarez será cesada, sin especificar si sucederá de forma fulminante -Dios mediante- o por los cauces normales de la Presidencia del Gobierno.

Me quiero morir.

Supongamos, por un momento, que me quiero morir. Supongamos que justifico mi deseo ante los demás en una autoreflexión con fundamentos sólidos y que sólo a mí me atañe. Supongamos que ansío dejar de vivir con idéntica ferocidad con que la mayoría se aferra a la vida. Supongamos también que opto por considerarme un ser absolutamente libre, con capacidad de decisión sobre todo cuanto concierne a mi persona.

¿Es comparable, por ejemplo, a la determinación de ingresar en una institución religiosa en régimen de clausura? ¿alguien impide autoinmolarse en vida a quienes deciden "morir" para sus amigos, su familia, para el resto del mundo, sometiéndose a una disciplina de aislamiento antinatural hasta el día de su muerte real?

¿Lo es a someterse a esa castración mental que llaman "celibato", estado que resulta obligado para aspirar a convertirse en profesional religioso o iniciar la escalada en la jerarquía curiana? ¿Nos asiste a los demás el derecho a llamarles eunucos, tarados, o simplemente depravados cuando les fallan los cálculos místicos y el sexo se presenta de sopetón con un "aquí estoy yo, contra lo primero que se me ponga a tiro"?

Desde fuera, no es difícil considerar un necio a quien se acoge, so pretexto místico infundado, a estas cadenas perpetuas de por vida. Sin embargo, ni médicos, ni psiquiatras, ni foros de tipo alguno prestan la menor atención decisiones que bien podrían estudiarse como patologías mentales.

Los católicos, siempre atentos a coartar la libertad de infieles, ateos y herejes varios, montan guardia en los hospitales públicos donde sotanados agentes ofrecen extremaunciones y apoyo logístico celestial para enfrentar los últimos momentos en este valle de lágrimas. Viven convencidos de que es bello disfrutar el momento, gozar del dolor y brindarlo a su hebreo predilecto, que para éso tiene el record guidness de deidad más puteada. Y nos utilizan como vara de medir. Si él rabió clavado a un tronco, tu cáncer es pan comido, hombre. Así que déjate de acortar la faena y trae acá esa morfina, que no sabes lo que te vas a perder.

Flotando en estos -y otros- pensamientos estaba, cuando me tropecé con lo siguiente:

"El sufrimiento humano solo cobra sentido en la Cruz de Cristo, dice el Papa. Miles de fieles se reunieron este mediodía -hora local- en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus con el Papa Benedicto XVI, quien en sus palabras introductorias hizo un llamado a testimoniar el amor que ayuda afrontar el dolor y la agonía de modo humano encontrando el sentido del sufrimiento en la Cruz de Cristo."

Lo más divertido es que estos salvajes han decidido compartir con todos nosotros su dicha, nos guste o no, y ya están a la puerta del Parlamento absolutamente decididos a jodernos vivos una vez más, disfrutando con el ejercicio que más les gusta: impedir que cada cual haga con su vida lo que mejor le parezca.

Presumen de la certeza indiscutible de que tras la muerte les espera el mismísimo dios en persona. ¿A qué viene entonces la obsesión por retrasar tanto como sea posible tan emotivo reencuentro?