jueves, 22 de octubre de 2009

Agora: Plaza central de la Polis.

Agorero: dícese de aquel individuo o individua que vierte críticas y predicciones negativas sobre la película Ágora en base a opiniones de terceros.

Pederastía: tendencia enfermiza y delictiva a acceder sexualmente a menores de edad.

Pederastío: situación de alteración emocional del individuo mentalmente sano, definida por el hastío de ver paseando pederastas ensotanados como si tal cosa.

La Zaragoza de los talibanes. La historia se repite, 500 años después.

Soy el primero en desear que el número de interrupciones del embarazo se reduzca tanto como sea posible. También lo soy en cuanto a concienciar a las aspirantes a interrumpir un embarazo sano de que es posible que existan otros caminos, y que se trata de una decisión transcendental que puede acarrear problemas de conciencia inesperados, por muchos motivos.

Hasta el día de hoy, la campaña de los GP (Grupos Provida) ha sido lo suficientemente agresiva como para haber sembrado las dudas incluso donde no las había. Estrictamente en este sentido, me parece un efecto colateral positivo.

Continúan los proyectos y preparativos de nuevas iniciativas y manifestaciones públicas de diversa índole -siempre con los millones de algo por delante- destinadas, no ya a concienciar, si no a aplastar definitivamente al antagonista, objetivo éste que no se ha ocultado en ningún momento por los GP.

La tendencia prevé una radicalización de las posturas, de forma que de la actitud actual basada en la seducción de la mujer, se alcance el siguiente estadio: considerar estúpidas o asesinas a quienes, a pesar de la propaganda GP, persistan en la intención de abortar. La penalización del aborto, en definitiva, en cualquiera de sus variantes.

El talibanismo clerical que se ve venir, pretende ni más ni menos que obligar a las mujeres a llevar a término embarazos de riesgo, violaciones, malformaciones fetales o embriones enfermos. Para infundir ánimos ajenos, en estos casos se utiliza a mujeres ultracatólicas con hijos deficientes desde su nacimiento y que animan primero, para acabar obligando después, a que todas las mujeres de cualquier confesión o ideología sigan su ejemplo.

Ahora, todo son facilidades y medios, teléfonos y asociaciones de ayuda a las embarazadas. Cientos. Algunas de ellos sin cobertura real, puesto que ni las webs existen ni responden los teléfonos. Pero ahí están, formando parte del teatro que se está montando para obligar a la sociedad a retroceder en el tiempo y reimponer la moral de toda la vida, la de verdad, la buena. La suya.

Personalmente, pediría al Gobierno que retirase la nueva ley, e impusiera condiciones más severas a la anterior, de forma que un aborto y la extracción de una muela no guarden demasiada similitud. Pero aún así, en las primeras semanas de embarazo, toda mujer tiene derecho, en conciencia, a optar por la interrupción de su embarazo. Denegarles este derecho sería un craso error. Y darle más alas a los fanáticos ultracatólicos, también. Cuando los dibujos manga se hacen reales y escapan de los blogs, mala cosa.