domingo, 31 de enero de 2010

Novedades Zoológicas: los toros no son animales.

Organizar luchas entre animales, con ánimo de lucro, vulnera ordenanzas y leyes, y conlleva sanciones administrativas y penales.

Organizar luchas entre un toro y un ser humano, con ánimo de lucro, no vulnera ordenanzas, ni leyes ni conlleva sanciones administrativas ni penales.

Luego tanto el ser humano como el toro, no son animales.

Nada como la lógica para disipar dudas y obtener conclusiones válidas.

miércoles, 27 de enero de 2010

Comentario de Texto

Incorporo un texto que definiría como algo más que curioso. Grandilocuente y escasamente afecto a la realidad, en él pueden ubicarse ejemplos sublimes de la práctica totalidad de las figuras literarias y recursos retóricos conocidos y, algunos otros, que pueden resultar realmente novedosos y dignos de consideración, componiendo un conjunto de proposiciones etéreas que, aunque endogámicas y débilmente cimentadas, exhalan un vigor, fulgor y color merecedor de loor, invitando a incorporarlo a los anales de las más serenas y logradas diabribas.



Fuente original http://revistaecclesia.com Ecclesia Digital


MONSEÑOR JUAN JOSÉ ASENJO:

APERTURA DEL PROCESO DE CANONIZACIÓN

DE LOS MARTIRES DE LA PERSECUCIÓN

RELIGIOSA EN CORDOBA

Catedral, 16, I, 2010

Mons. Juan José Asenjo: apertura proceso canonización mártires de la persecución religiosa en Córdoba

1. Alabemos a Dios que es admirable siempre en sus santos. Con estas palabras, prestadas de la liturgia, inicio esta intervención conclusiva, con la que doy las más rendidas gracias a Dios que, en los compases finales de mi servicio a la Diócesis de Córdoba, me concede el privilegio de abrir solemnemente la fase diocesana de la Causa de Canonización de 132 mártires de la persecución religiosa en nuestra Diócesis en la primera mitad del siglo XX. Os confieso que era una aspiración largamente soñada desde los primeros meses de mi servicio a esta Iglesia particular. Me parecía un acto de justicia exhumar su memoria y poner sobre el candelero de la Iglesia la fidelidad heroica de estos cristianos, que prefirieron renunciar a la vida antes que traicionar a Jesucristo.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
+ Juan José Asenjo Pelegrina

2. Como nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica, desde tiempo inmemorial la Iglesia, “con el más exquisito cuidado, … ha recogido los recuerdos de quienes llegaron hasta el extremo para dar testimonio de su fe” (n. 2474). Por ello, con el fin de conservar piadosamente la memoria de estos testigos de la verdad, de la firmeza en la fe, de la caridad y del amor más grande, un amor que cuando es conocido, atrae, convierte y salva, me parecía urgente recoger los testimonios sobre sus epopeyas martiriales. Con esta finalidad, me adelanté al acto que hoy celebramos, constituyendo un Tribunal “ne pereant probationes” en julio del año 2006, con el fin de que no se perdiesen los testimonios de aquellas personas que pudieran aportar datos relevantes para el buen fin de esta Causa. A Dios nuestro Señor, que nos ha acompañado con su gracia a lo largo de cerca de cuatro años de trabajo preparatorio; a Él que robustece con la fuerza de su gracia nuestra fragilidad y que sostuvo a los mártires para confesar su fe con valentía, le damos gracias en esta mañana y lo bendecimos como "corona de los mártires, de los confesores y de las vírgenes ".

3. En mi carta pastoral de 8 de septiembre de 2005, con motivo del XVII Centenario de los mártires de Córdoba, recordaba a los santos Acisclo y Victoria, Fausto, Genaro, Marcial y Zoilo y a los demás mártires de la época romana; a los testigos de la fe de la época mozárabe, cuyas reliquias se guardan con amor en la Basílica Parroquia de San Pedro de la ciudad de Córdoba; a los misioneros mártires Santo Domingo Henares y el Beato Nicolás María Alberca, y a nuestros mártires del siglo XX ya beatificados por la Iglesia, la Beata Victoria Díez, el Beato José María Peris, el Beato José Mora Velasco, presbítero, de la Orden Hospitalaria, y las escolapias Beatas María de la Iglesia Varo y María Luisa Girón Romera. Desde el 28 de octubre de 2007, fecha de su beatificación, podemos añadir a esta nómina esplendorosa a los siete mártires franciscanos de Fuente Obejuna, a los sacerdotes salesianos Antonio Torrero Luque, Antonio Mohedano Larriva, Antonio Fernández Camacho y Miguel Molina de la Torre, y a tres miembros destacados de la familia salesiana, el sacerdote diocesano Antonio María Rodríguez Blanco y los laicos Teresa Cejudo y Bartolomé Blanco Márquez. Todos ellos son honra y prez de nuestra Iglesia particular, la tradición más gloriosa de la historia de nuestra Diócesis. Ellos son el paradigma de lo que debe ser una vida cristiana piadosa y santa, generosa, consecuente y fiel. Ellos, junto con los demás santos cordobeses de todas las épocas, constituyen nuestro patrimonio más preciado, un auténtico patrimonio de santidad, como los denominara Manuel Nieto Cumplido en una de sus obras más conocidas.

4. A este elenco glorioso se sumarán, si Dios quiere y si la Iglesia lo juzga oportuno, los ciento treinta y dos mártires que forman parte de la Causa que hoy abrimos solemnemente, encabezados por el sacerdote Juan Elías Medina y ochenta y dos compañeros sacerdotes, seis seminaristas, cuatro religiosos y treinta y nueve seglares. Varios de ellos estuvieron unidos en vida por diversas relaciones. Contamos entre ellos ocho parejas de hermanos, dos hermanos seminaristas de Puente Genil; tíos y sobrinos; una madre y dos hijas, varias primas; y dos parejas de esposos. Entre ellos se incluye también a Baltasar Torrero Béjar, padre del sacerdote salesiano Antonio Torrero Luque, beatificado el 28 de octubre de 2007. Las profesiones de los seglares fueron de lo más variado: algunos eran sacristanes, uno notario, una farmacéutica, varios agricultores y un pequeño comerciante de libros y objetos religiosos. La mayoría pertenecían a la Adoración Nocturna o a la Acción Católica y todos fueron martirizados por su condición de cristianos fervientes. El más joven, Antonio Gaitán Perabad, fue martirizado en El Carpio, su pueblo natal, cuando le faltaban seis días para cumplir dieciséis años; mientras la más anciana fue la religiosa Hija del Patrocinio de María, María del Consuelo González Rodríguez, martirizada en Baena, a los ochenta y seis años. Todos ellos murieron perdonando a sus verdugos y fueron muchos a los que se les ofreció la libertad a cambio de apostatar de su fe, resistiendo los halagos de quienes les juzgaban.

5 Quiero subrayar expresamente que los trabajos preparatorios ya concluidos y la nueva y decisiva fase diocesana de la Causa que hoy iniciamos es una iniciativa exclusivamente religiosa y eclesial. Que nadie vea en ella otra intención. Con ella, no buscamos reabrir viejas heridas, pues no existen cuentas pendientes de quienes murieron perdonando a sus ejecutores. Sólo pretendemos cumplir un deber de justicia y gratitud, honrar a nuestros mártires y dar a conocer a toda la Iglesia el heroísmo y la fortaleza de quienes murieron por amor a Jesucristo y mostrar a los cristianos de hoy el testimonio martirial de su vida cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias. Efectivamente, todos ellos son modelos y testigos del amor más grande, pues fueron cristianos de profunda vida interior, devotos de la Eucaristía y de la Santísima Virgen; vivieron cerca de los pobres y fueron apóstoles convincentes de Jesucristo. En las penosísimas circunstancias que acabaron con su vida terrena, mientras les fue posible, se alimentaron con el pan eucarístico e invocaron filialmente a la Virgen con el rezo del santo Rosario. En la cárcel confortaron a sus compañeros de prisión y nunca renegaron de su condición de sacerdotes, consagrados, o cristianos laicos fervientes. Sufrieron con fortaleza vejaciones y torturas sin cuento y murieron perdonando a sus verdugos y orando por ellos. Vivieron los instantes finales de su vida con serenidad y alegría admirables, alabando a Dios y proclamando que Jesucristo era el único Rey y Señor de sus vidas.

6. El inicio de su proceso de canonización debe constituir para toda la Diócesis un acontecimiento de gracia y un estímulo para ser cada día más fieles al Señor. Efectivamente, como rezamos en uno de los prefacios de los Santos, a través de su testimonio admirable, el Señor fecunda sin cesar a su Iglesia, con vitalidad siempre nueva, dándonos así pruebas evidentes de su amor. Ellos nos estimulan con su ejemplo en el camino de la vida y nos ayudan con su intercesión. El testimonio de estos candidatos a la beatificación, a medida que se vayan conociendo sus biografías, nos ayudará a fortalecer nuestra condición de discípulos y amigos del Señor, a robustecer nuestra esperanza, a acrecentar nuestra caridad hacia Dios y hacia nuestros hermanos y a revitalizar nuestro testimonio apostólico. Los ochenta y tres sacerdotes y cuatro religiosos son para nosotros, sus hermanos sacerdotes y consagrados de la Diócesis, especialmente en este Año Sacerdotal, modelos cercanos de amor y fidelidad al Señor, de amor a nuestro sacerdocio y la expresión más alta de la caridad pastoral del sacerdote que da la vida por sus ovejas a imitación de Jesucristo, Buen Pastor.

7. Como afirmó mi predecesor, el Obispo Adolfo Pérez Muñoz, con referencia a los sacerdotes mártires en su exhortación pastoral preparatoria de la cuaresma de 1939, «el día en que se escriban sus hagiografías, y se conozcan los pormenores de sus martirios, nos quedaremos atónitos y maravillados de que la frágil condición humana haya podido sufrir tanto dolor, tantos tormentos y tan cruenta muerte con la serenidad e inefable alegría con que lo han soportado nuestros esclarecidos hijos» (Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Córdoba, año LXXXXII, Córdoba, 1939, p. 56). Los seis seminaristas son modelos preciosos para los alumnos de nuestros Seminarios, llamados a seguir al Señor sin vacilación. Los treinta y nueve seglares son un referente magnífico para nuestros laicos, muy especialmente para los miembros de la Adoración Nocturna y de la Acción Católica, llamados a ser apóstoles en virtud de su bautismo y del don del Espíritu recibido en la confirmación, también a dar testimonio de Jesucristo, como ellos, en la vida pública.

8. El camino que hoy iniciamos nos sitúa en el corazón del misterio de la Iglesia, su santidad, y es un aldabonazo que nos recuerda a los cristianos de Córdoba, tal vez demasiado adormecidos e instalados en un cierto aburguesamiento espiritual, la llamada universal a la santidad: “Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1 Tes 4,3). En realidad la santidad es la primera necesidad de la Iglesia y del mundo en esta hora crucial. En momentos de crisis en la vida de la Iglesia han sido los santos quienes le han marcado las sendas de la verdadera renovación. “Los santos, -nos ha dicho el Papa Benedicto XVI- son los verdaderos reformadores... Sólo de los santos, sólo de Dios, proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo”. Algo parecido nos decía el Santo Padre en la catequesis del miércoles pasado: "Son los santos, guiados por la luz de Dios, los auténticos reformadores de la vida de la Iglesia y de la sociedad. Maestros con la palabra y testigos con el ejemplo, promueven una renovación eclesial estable y profunda".

9. Es de justicia recordar el interés de los Sres. Obispos que me precedieron, Mons. Infantes Florido y Mons. Martínez Fernández, en impulsar la preparación de esta Causa. Quiero mostrar una gratitud particular al Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, que desde el principio apoyó este empeño, colaborando económicamente con generosidad en los gastos que ha ido generando y patrocinando la publicación en 1998 del libro del M. I. Sr. D. Manuel Nieto Cumplido y de D. Luis Enrique Sánchez García, titulado La persecución religiosa en Córdoba 1931-1939. Esta meritoria obra ha permitido dar a conocer esta etapa de nuestra historia diocesana y ha sido un instrumento imprescindible para poder iniciar la Causa que hoy abrimos solemnemente.

10. Al abandonar la idea de presentar una Causa conjunta por todas las diócesis de la Provincia Eclesiástica, la Diócesis de Córdoba asumió el papel de actora en el año 2006. Por este motivo nombré Postulador diocesano al Rvdo. Sr. D. Miguel Varona Villar. Asimismo, ante el riesgo de perder los testimonios de personas de edad avanzada, constituí entonces una Comisión ne pereant probationes, presidida por el Ilmo. Sr. D. Alfredo Montes García, y compuesta por el M. I. Sr. D. Antonio J. Morales Fernández, como Auditor, el Ilmo. Sr. D. Joaquín Alberto Nieva García, como Promotor de Justicia, y Dña. Mercedes Ortiz Navas como Notario. A todos agradezco cordialmente el excelente trabajo que han realizado en estos años y que ha permitido recoger y preservar muchos testimonios que, sin duda, tendrán un gran valor en la instrucción de la Causa. Deseo también agradecer el trabajo que están llevando a cabo la Comisión de Peritos en Historia, presidida por el M.I. Sr. D. Manuel Nieto Cumplido, y compuesta por el Ilmo. Sr. D. Manuel Montilla Caballero, D. Juan José Primo Jurado, Dña. María del Carmen Martínez Hernández y D. Juan Luís Arjona Zurera, así como la Comisión de Censores Teólogos, integrada por el Ilmo. Sr. D. Manuel Pérez Moya y el Rvdmo. Mons. Pedro Gómez Carrillo.

11. Agradezco la colaboración de tantas personas e instituciones eclesiales y civiles que han demostrado su disponibilidad para entregar o conseguir documentación de especial relevancia para esta Causa. Doy las gracias también a las parroquias relacionadas con los presuntos mártires, a sus sacerdotes y feligreses, así como a sus familiares, que de tantas maneras han insistido en que no quedara relegado al olvido su testimonio de fe en el martirio. Quiero agradecer el asesoramiento que desde la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española nos ha ofrecido en todo momento su Directora, Dña. Mª Encarnación González Rodríguez.

12. Agradezco al Secretariado para las Causas de los Santos, a su Director y Postulador diocesano, D. Miguel Varona Villar, el magnífico trabajo realizado a lo largo de estos años. Doy las gracias también al Rvdo. Sr. D. Luis Recio Úbeda, por su colaboración con el Secretariado. Por último, agradezco al M. I. Sr. D. Antonio J. Morales Fernández, al Ilmo. Sr. D. Joaquín Alberto Nieva García y a Dña. Mercedes Ortiz Navas su disponibilidad para formar parte de la Comisión Delegada que hoy se ha constituido para afrontar el trabajo de la fase diocesana de la Causa. A todos ellos y a otras muchas personas que han colaborado como testigos o informadores, les agradezco sus buenos servicios, y pido a todos los que nos hemos dado cita en esta mañana en nuestra Catedral que sigan colaborando, cada uno en la medida de sus posibilidades, y muy especialmente mediante nuestra oración, para que podamos concluir felizmente el camino que hoy iniciamos. Encomiendo el fruto de los trabajos de la Comisión Delegada a los Santos Mártires cordobeses y a la Santísima Virgen, Reina de los Mártires.

+ Juan José Asenjo Pelegrina - Arzobispo de Sevilla y

Administrador Apostólico de Córdoba

lunes, 25 de enero de 2010

Una dulce y prolongada agonía

El Catolicismo tal y como ha llegado hasta nuestros días, tiene los siglos contados. En este sentido, no hay opiniones más relevantes y autorizadas que la de los propios teólogos de La Iglesia, aunque sean los ideológicamente proscritos. Son precisamente ellos los que portan la esencia de lo que los demás pretendemos hacer ver. Que no existe persecución religiosa alguna. Que no se trata de reprimir los espiritualidad de la gente. El objetivo es, simplemente, acabar con la hegemonía de un Estado-Bunker milenario que ha sobrevivido en base al miedo, la superstición, el chantaje político al resto de países y el oscurantismo, y que ha dejado de tener cabida en una sociedad como la actual.
Os dejo con José María Castillo, teólogo católico que impartirá tres conferencias sobre religión y Derechos Humanos en Caixa Fórum, en una breve e interesante entrevista - no sé si concedida o sólo aparecida - en el Diario de Mallorca, y el que redactor ha titulado

El Dios del obispo Munilla es el que hay en muchas cabezas episcopales



martes, 19 de enero de 2010

Munilla en el lado oscuro

Definitivamente, el Prior Munilla ha sucumbido al lado oscuro del catolicismo. Tras declarar que "En un día como hoy, vamos a acordarnos de que Dios llora entre nosotros, Dios llora en la tierra. Nos unimos al dolor que clama al Padre. El Padre escucha ese dolor, lo acoge y es capaz de hacer el milagro de que estemos recibiendo un gran testimonio estos días, el testimonio de esos humildes que en su dolor claman a Dios", no son pocos los observadores que afirman que podría haber sido su última misa como humano.
El texto, que ha sido analizado minuciosamente por el teólogo gregoriano Manuel Feacuita Tanicia, Titular de la prestigiosa Universidad Católica de Dremburg, ha desconcertado incluso a Benedicto XVI, que se ha apresurado a aclarar que Dios llora entre nosotros es una simple metáfora alusiva a las últimas e intensas lluvias caídas en la Península.

Feacuita ha concluido su detallado estudio del complejo pensamiento munillano con una frase lapidaria que pasará sin duda a los anales de las sentencias episcopales: "vaya gilipollez, no tiene ni pies ni cabeza, unirse al dolor que clama el padre mientras el padre escucha ese dolor al tiempo que lo acoge y envia un testimonio a los humildes, que a su vez, claman a dios con su dolor, mientras llueve simultáneamente entre nosotros y en la tierra, es mucha tela incluso para Dios".
La SGAE, por su parte, ha salido al paso aduciendo que tanto el sonido del chapoteo de las gotas sobre los charcos como el del pollo friéndose a tutiplén, ya están legalmente registrados en sendos CD’s de efectos especiales para películas españolas, enviando ipso-factura a la sede central de la CEE, que la ha derivado a su Jefe para la oportuna autorización del gasto.
Entretanto, Munilla, que se ha mantenido al margen de los hechos secundarios, se encuentra bajo observación a respetable distancia dados los estragos sufridos por su cuerpo inmortal tras su arrebato final por el lado oscuro del catolicismo. Está quedando hecho una pena -han señalado algunos testigos- y se duda si el día de la resurrección podrá repararse tamaño estropicio.



lunes, 18 de enero de 2010

Quién puso más

Si algo raya a un creyente (generalizando, claro), es la incertidumbre. Es por éso que inventa lo que ignora y llama ateismo al valor, que a él le falta, para enfrentar la realidad.
Alguna vez he sido inquirido sobre mi (presunta) obsesión por las religiones, por lo que me he visto obligado, como corresponde, a reflexionar sobre ello. Como primeras piedras del pensamiento resultante, me he planteado quién puede considerarse más obsesionado con la religión, quien relaciona todo hecho -tanto cotidiano como excepcional- con intervenciones o voluntades sobrenaturales, o quien pugna por evitar la influencia personal y social de las organizaciones que presionan sin tregua a las instituciones para imponer la superstición como el modo lógico de vida.
Las creencias transcendentales son en sí mismas inofensivas siempre y cuando quien las protagoniza no lleve la cosa demasiado lejos y crea haber recibido un mandato de la divinidad de turno, que le fuerce a convencer al resto del planeta de la veracidad de su credo.
El peligro real no se encuentra tanto en las religiones -casi todas estupendas y virtuosas en su prólogo- como en las personas empeñadas en que el resto se someta a sus propias interpretaciones y modos de vida.
El porqué la mayoría de mis post recurren en este tema es evidente: desde mi llegada hasta bien cumplidos 8 años, no hubo quien me hablase de economía, ni de política, ni de sociología, ni de astrofísica, de filosofía, ni siquiera de cocina. Resultaba invitado día tras día, sí o sí y como a millones de personas más, a memorizar mantras que no comprendía, de palabras canturreadas que confundía o malpronunciaba, y forzado literalmente a fingir creencia en seres mágicos reflejados en mil y una historias a cada cuál más increíble y cruenta hasta para un niño de corta edad. Para mí, aquél señor que ni podía imaginar vendría a jugar a los vivos y a los muertos. Justo como hacía con mi amigo Luis cuando, jugando, le disparaba y caía al suelo malherido.
A mí me trajo una cigüeña y a éste una paloma. Qué haríamos sin pájaros, recuerdo haberme planteado en alguna ocasión, con toda la seriedad que, a veces, otorga la inocencia o la tontuna.
Hoy, la gente de 20 años para abajo se toma el asunto con otra salsa. Su infancia no ha sido totalmente sumergida en la superchería, la mentira, el miedo y la aprehensión de vivir en un Gran Hermano planetario. No son mejores ni peores personas que sus mayores, quizá ni siquiera sean más libres, pero su mente si está más limpia, su subconsciente no ha sido tan mezquinamente contaminado por culpas inexistentes, ideadas para convertirles en más esclavos aún de lo que la sociedad misma, inevitablemente, los hará.
Acierta la clerigaya cuando afirma con sorna autosuficiente que el cristianismo es la base de Occidente, que lo impregna hasta los huesos. Y aunque ya han buscado nuevos cubiles fuera de Europa desde donde hacer estragos y cometer sus felonías, por estas latitudes ya se muestran a la defensiva y retroceden altivamente día a día, arrinconados en este culo del viejo continente que llamamos España, esfínter laureado desde donde un día rociamos al mundo, con sonoro ímpetu diarréico, con todos los excrementos ideológicos del catolicismo, repartiendo así el hedor y la pasta espesa que nosotros mismos ya nos sentíamos incapaces de continuar soportando.
Compartir es vivir, al fin y al cabo. Y me gustaría colocar una foto en esta entrada. Ya veré cuál.

Franqueza y fino sentido del humor

"Es que soy filatélico"

Con este ocurrente epígrafe justifica un bloguero nacional-católico la presencia de la imagen de Franco en su página.


Reconozco que me arrancó una sonrisa a pesar de lo que la cosa conlleva. La originalidad y el sentido del humor siempre merecen reconocimiento.
Cuántas veces no tuvieron los redactores de La Codorniz que utilizar argucias similares para evitar, paradójicamente, que el Sr. del Sello les echara el guante... suerte que tienes, chaval.

La Otra Memoria Histórica

A veces me convenzo de que el proceso de Memoria Histórica no es una buena idea, que la dignidad de los yacentes en las incontables fosas comunes vive intacta en el reconocimiento de una buena parte de la España de hoy.
Hay días en que creo que todos deberíamos fingir que olvidamos, hacernos creer que todos perdimos algo y, por tanto, al final, quedamos empatados y no tendría sentido seguir contando bajas e historias que acaban no interesando realmente a nadie.
Me sucede cuando tanto rojo metebocas insiste en excavar cunetas, desempolvar viejas cartas raídas y recolorar incontables nombres de republicanos acribillados, y creo firmemente que tal determinación encierra mucho de error por cuanto los nietos de los que quedaron de pie junto a la fosa empuñando un fusil humeante, continúan interpretándolo como revanchismo. Y quizá no les falte razón.
La iniciativa Memoria Histórica tiene su cara y su cruz, su más y su menos, y por ello seguirá pareciendo, a ojos de la eterna España Nacional-Católica, una afrenta imperdonable que cuestiona la justicia y voluntad divina que presidió tantas ejecuciones.
Pero el Nacional-Catolicismo también ejerce su propia Memoria Histórica, mucho mejor camuflada, reputada y subvencionada que la inventada por los sociatas. Y aunque J.J. Asenjo, el Munilla Andaluz, trate en vano de poner el parche donde mañana saldrá el grano (1), la Vena Azul se le transparenta a través de la piel y jamás se cansará de caminar cara al sol con la sotana nueva.
Así, se utiliza la canonización como taimado acrónimo de "se lo que hicisteis en el 36" y, desde su punto de vista, les asiste un derecho que no seré yo quien niegue o critique, aunque para ello deba partirme la lengua en dos.
Pero también fue la cúpula episcopal española quien tachó al gobierno de pretender enfrentar a los españoles mediante la Ley de Memoria Histórica. Típica hipocresía clerical.
(1) "es una iniciativa exclusivamente religiosa y eclesial, que nadie vea en ello otra intención"

sábado, 16 de enero de 2010

Cristianos católicos sensatos.

Siempre he creído, y mantenido, la opinión y la esperanza de que existen católicos sensatos y ciertamente críticos con las formas y algunos fondos de la Iglesia. Marcos Santos Gómez, Profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada, es uno de ellos.
Será que Granada pasa por ser el último territorio incorporado a las Españas y su acomodaticio modelo de cristiandad.
La versión cómoda del cristianismo (Pinchar enlace para leer)

viernes, 15 de enero de 2010

Munilladas

Munilla está nervioso. Se le nota. Después del trago de hace unos días en su examen de ingreso en Vasconia, donde lamió ojetes por doquier y se humilló para agradar hasta límites perrunos, no se le puede juzgar con severidad ni tratar como un individuo en sus cabales y pleno uso de facultades mentales. Aunque le broten canalladas del morro, como la que no estoy dispuesto a repetir aquí.
Obispo ya de todos los vascos, vascas, vasquitos y vasquitas -quieran ellos o no-, Munilla se está entrenando. Nada más. Restar importancia a la carnicería de Haití es sólo un ejercicio de oratoria, de diplomacia, un ensayo sin más importancia, una rutina muscular en preparación de triple salto mortal con cuádruple tirabuzón, finta en ocho y obligado a caer de pie. Justificar social y doctrinalmente los actos del independentismo vasco.
Como llevan décadas haciendo sus antecesores, adláteres y siervos.
No va a ser la última, así que mejor asignarle la correspondiente etiqueta.

martes, 5 de enero de 2010

La mala clase.

La clase empresarial española es una mala clase. Un mal ejemplo. Un mal camino. Una falta absoluta de mala conciencia. Una clase, como es la empresarial, que escoge como representante a un elemento como el tal Ferrán y calla, como blanca tratada, sus felonías, es éso, una clasucha, un colectivo de desalmados con posibles que están exprimiendo la falsa crisis al máximo.
Mala clase con mala clase si la juntamos con la clase política, otra cabeza de ganado en el abrevadero, que muge para pedir pitanza y a la mañana escatima la leche. Si esperanza significa esperar en positivo, no hay esperanza en estas clases de holgazanes bien asesorados, bien alimentados como piojo tras la oreja.
Quienes claman contra el socialismo no zapateril declaran sin mueca que el empresario personifica la fuente natural de riqueza. ¿Natural? ¿de riqueza? De qué naturaleza y de quién la riqueza que estos mostrencos invocan.
Manos arriba a la mentira tradicional, a la falacia conservada en el inmovilismo y los principios inculcados a maza y martillo hasta convertirlos en incuestionables. El empresario y su sanguijuelil papel en la sociedad puede y debe ser cuestionado y, si no lo es más a menudo y mejor, se debe al miedo y la falta de alternativas, o el miedo a las posibles alternativas, quizá.
Contados son quienes partiendo de la meta como pequeños empresarios, no aspiran a incorporarse con méritos impropios al vodriovil de altura, al putiferio social, político y mercantil de los grandes de españa, grandes roedores de nóminas ya de por sí empobrecidas, mientras mancha la impagable tapicería del ferrari con lágrimas de cocodrilo.

lunes, 4 de enero de 2010

Videojuegos bélicos. ¡Qué peligro!

Hugo, Hugo Chávez, ya estaba dando signos de manifiesta incompetencia en algunos aspectos de su ardua tarea de gobierno.
Hugo, Hugo Chávez, parece tonto a veces, aunque no seré yo quien lo afirme inequívocamente.
Citando textualmente al impecable Forrest Gump, tonto es el que hace tonterías.
Hugo, Hugo Chávez, está a punto -si a estas horas no lo ha hecho ya- de hacer una tontería. Prohibir por Ley los video-juegos y juguetes bélicos o violentos.
¿Por...? porque está firmemente convencido de que, en el país de su digno mando, mueren tiroteadas cinco personas al día por la fatídica influencia de estos video-engendros futuristas.
Al menos ha tenido el detalle de no respaldar su decisión en informes de reputados psiquiatras, probablemente porque, los que no trabajan en la seguridad social, están contratados a jornada completa por la Conferencia Episcopal investigando la cura definitiva de la homosexualidad. La fuente de la eterna heterosexualidad.
Ahora, cuando veo esos servers de juegos bélicos on-line repletos de jugadores británicos, alemanes, franceses, japoneses, me pregunto cuándo se les desatará la fiera, cuando se echarán a la calle, G-36 en ristre, vaciando el cargador contra todo lo que se mueva.
Cuándo se me desatará a mí. Me mata la duda, como siempre.

domingo, 3 de enero de 2010

Puntos de vista: Las pseudovirtudes del occidente cristiano

Marzo 27 de 2008

Las pseudovirtudes del occidente cristiano

Autor: Hernán Toro - Escépticos Colombia

Publicado en:
Blogs del periódico El Tiempo - Marzo 27 de 2008

En la academia, sobre todo entre los filósofos, historiadores y teólogos, es popular la idea de que la Civilización Occidental evolucionó desde sus raíces y valores grecorromanos vigorizada por la influencia cultural del cristianismo que enriqueció el legado de Platón, Aristóteles y Cicerón. La religión cristiana habría complementado y afianzado la tradición Occidental, aportando valores fundamentales para las sociedades civilizadas modernas. En este sentido, se la ve como un aspecto necesario de la civilización actual.

Nada hay más lejos de la realidad; el cristianismo no construyó sobre las bases grecorromanas occidentales sino que las resquebrajó y las reemplazó por valores semíticos bárbaros. Basta comparar los principales ideales humanos y éticos de los clásicos con los que posteriormente impuso el cristianismo. Para los griegos y romanos, las virtudes máximas eran la sabiduría, la valentía, la moderación y la justicia. Por el contrario, el cristianismo, proclamó un nuevo conjunto de pseudovirtudes: fe, esperanza y caridad.

Estos valores son tan compatibles con los valores de la cultura grecorromana como lo son el agua y el aceite. La sabiduría, en el sentido de obtener conocimiento fiable sobre la realidad y pensar de forma crítica y racional, va en total contravía a la fe, consistente en una "gracia de Dios" que permite someter el intelecto a la autoridad y "revelación" divina, creyendo en lo desconocido y lo invisible, con certeza absoluta incluso en contra de la evidencia. Este supuesto "don divino" otorga al creyente la gracia de la "esperanza": otra "virtud" consistente en confiar en que la Divinidad nos alejará del mal y el sufrimiento de la existencia, y nos regalará una vida idílica posterior a la muerte si creemos en ella. Por supuesto, para obtener este "premio", el creyente tiene que someter su intelecto a unos "representantes" de Dios en la Tierra, que toman el lugar que debería ocupar el ausente Creador que nunca se manifiesta.

Los creyentes rinden así su intelecto a lo que dicen los pastores, sacerdotes, obispos, mullahs, y todo tipo de mercaderes de la fe, que generalmente se declaran infalibles: los pastores protestantes afirman que Dios les habla directamente, la Iglesia Católica declara infalible al Papa en cuestiones de fe cuando habla Ex-Cathedra, los Mullahs emiten Fatwas en nombre de Alá para asesinar a caricaturistas, escritores blasfemos y apóstatas, etc. El creyente, para no perder la "esperanza" en la vida eterna, obtenida en virtud de la "fe", termina aceptando como verdades infalibles, incuestionables e irrefutables todo lo que procede de los representantes de Dios en la tierra.

La fe y la obediencia ciega es la virtud suprema para todas las iglesias. Esa es la razón de que el paradigma cristiano y judío de la fe sea Abraham, quien está preparado para hacer cualquier cosa que pida Dios, hasta el punto de matar a su propio hijo inocente. La irracionalidad ciega de la fe, entendida como el sometimiento absoluto del individuo a Dios, se convierte en la virtud suprema proclamada por las iglesias, y es demostrada con la obediencia absoluta a la autoridad humana de los mercaderes de la fe que se autoproclaman "infalibles".

Nada hay más lejano del valor grecorromano de la sabiduría y el discurso lógico, que el pseudovalor de la fe irracional y el sometimiento del intelecto a individuos que se autoproclaman "representantes de Dios". El creyente puede tener todas las evidencias de que sus libros sagrados son ridículos, de que su "revelación" está repleta de mitos, mentiras y falsas profecías, de que sus valores son insostenibles, absurdos o incluso inmorales, de que buena parte de sus relatos no son históricos, de que las enseñanzas de sus líderes son más económicas, humanas y mezquinas que divinas y espirituales. .. aún así, someterán su razón a la credulidad y aceptarán por fe que lo que le dicen los mercaderes del misticismo: que lo que parece falso es en realidad verdadero aún en contra de las evidencias. Las consecuencias han sido aterradoras.

Los edictos de los infalibles papas causaron masacres injustificadas en judíos y musulmanes durante las Cruzadas para recuperar la "Tierra Santa". Su intolerancia aisló a los judíos europeos en ghettos, fueron obligados a vestirse de forma distintiva, les robaron sus propiedades y secuestraron a sus hijos para criarlos en la "verdadera fe". Los representantes de Dios en la tierra causaron la masacre de la Cruzada Albigense, en la que miles de "herejes" que cuestionaban la autoridad de la Iglesia o dudaban de su interpretació n bíblica fueron asesinados, incinerados y torturados por miles.

La misma infalibilidad en cuestiones de fe causó la tortura y muerte de miles de mujeres por ahogamiento y quema en hogueras, por acusaciones absurdas de "brujería" en las cuales no había la más remota evidencia. La Santa Inquisición, hoy renombrada como "Congregación para la Doctrina de la Fe", fue la derogación absoluta de la tradición occidental del Derecho Romano en la cual se basan los sistemas legales civilizados. Ignorando la total ausencia de pruebas, asumiendo de entrada la culpabilidad del acusado, y permitiendo la tortura atroz para obtener confesiones, centenares de clérigos inquisidores mandaron a sufrir muertes atroces a centenares de miles de personas, en la más flagrante violación al valor pagano de la justicia legal, gracias a la devoción más absoluta a Dios y a la rendición del intelecto a sus representantes inspirados.

El medioevo cristiano fue tal vez el peor asalto sostenido en contra de los más mínimos principios de justicia natural, decencia humana y consciencia ética que haya ocurrido en la historia.

Los creyentes religiosos suelen desdeñar estas masacres y abusos religiosos como "casos aislados" de algunas personas malas cometiendo crueldades que no se relacionan con la fe. Nada más alejado de la realidad: la fuente de todos estos males fue precisamente la fe. Por la investidura religiosa, los creyentes iban a las cruzadas, a cumplir sus deberes divinos de masacrar "moros" y "deicidas", y "marranos". Por estar supuestamente aliadas con "Satán" en contra del "Dios verdadero", miles de mujeres inocentes padecieron suplicio debido a la imaginaria hechicería. Es que sólamente la fe puede hacer que personas honestas y bienintencionadas terminen cometiendo las peores atrocidades contra de la misericordia y la decencia humana, mientras mantienen una conciencia "limpia". El mismísimo Santo Tomás de Aquino defendió la Inquisición, la persecución de los Judíos, y la quema de brujas, porque su fe lo requería.

La fe necesita la certeza, pero en el fondo está consciente de su fragilidad. Nada peor que los argumentos de los incrédulos y de los blasfemos, porque pueden hacer perder la imaginaria "vida eterna"; es que la simple existencia de los impíos puede poner en peligro a los creyentes... Por eso los jerarcas religiosos fomentan en los creyentes actitudes de "no exponerse a riesgos innecesarios", de ignorar la "literatura no edificante", de "abstenerse a debatir con los que creyéndose sabios se hacen necios", de censurar la información, entre otras posturas que son las herederas del silenciamiento criminal de la oposición en mil años de cristianismo medieval. Esto contrasta con el claro valor del debate abierto y libre, de la argumentación racional, y de la crítica contundente que hizo tan famosa al ágora griega y a los grandes oradores de la tradición romana.

Lejos de ser una virtud que enriquezca la tradición occidental, la fe es un cáncer que la corrompe. Hay gran diferencia entre la confianza merecida y bien ganada por una persona o una institución, justificada por la experiencia, las evidencias y el buen juicio, por un lado y, por otro lado, la fe ciega exigida por una sarta de instituciones religiosas que se autoproclaman representantes infalibles de Dios, que prohíben la crítica racional a sus dogmas primitivos e irracionales y que causan los peores oprobios a la libertad, la racionalidad, y los derechos humanos, a lo largo de la historia.

En el campo de la justicia, el cristianismo propugnó otro valor mediocre: la caridad. La caridad es una pseudojusticia lisiada: apela al amor entre congéneres para fomentar el bienestar de los demás, sin exigirlo enérgicamente sino "libremente, por buena fe" apelando a la fútil misericordia y buena voluntad. La caridad "voluntaria" entorpece el imperativo moral de luchar por una sociedad incluyente e igualitaria. La justicia social, basada en el ideal romano de la la justicia y en la solidaridad humana natural, cuando se instaura legalmente por las sociedades civilizadas, y se impone estatalmente, puede lograr mucho más bienestar público que el que se puede obtener cuando se apela a los "buenos sentimientos" de los segmentos ebrios de poder. Bastaría imaginarse lo que pasaría con la inversión estatal social, si de buenas a primeras los impuestos dejaran de ser obligatorios y se dieran libremente, "por caridad".

El estado, con justas medidas legales impositivas, debe defender el derecho de todo ciudadano a satisfacer sus condiciones mínimas de bienestar, salud, educación y trabajo. Esto debe hacerse no por "amor", "caridad", o por "ver a Cristo en los demás" (como lo verían los inquisidores cuando torturaban a su rebaño). Se debe lograr por justicia social, que es un derecho humano y una obligación estatal. La caridad es una forma de camuflar y entorpecer la obtención plena de un derecho humano y una obligación social.

La conclusión es obvia: la cristiandad no complementó a la tradición occidental, sino que la adormeció durante mil años. Sólo tras el regreso del secularismo se fueron redescubriendo los valores que el sopor místico mantuvo en letargo durante un milenio. La sociedad occidental moderna podría estar adelantada mil años - ¡ un milenio ! - en descubrimientos médicos, formas de transporte, distribución alimentaria, aumento de esperanza de vida, cobertura de servicios públicos y conocimiento, entre otras cosas, de no ser por el ocaso que le causó la adopción del misticismo oriental semita al mundo grecorromano.

Vanagloriarse de una "certeza absoluta" en ausencia de todo tipo de evidencia es la antítesis de la sabiduría y la racionalidad griega. Fomentar la caridad limosnera durante el milenio de persecución religiosa de la inquisición, y hoy día en un país con inequidad, masacres y una clase dirigente corrupta que respalda a criminales de lesa humanidad, es lo opuesto a la justicia y el Derecho Romano. Poner la esperanza de la humanidad en una vida postmortem de fantasía que habría de darnos un papá-amigo imaginario, en vez de propender por el esfuerzo humano concertado para mejorar la sociedad educándola de forma racional, ética y científica para el progreso es lo contrario a la tenacidad y la valentía de la tradición occidental.

En vez de ser una mejora a las virtudes paganas de la sabiduría, coraje, moderación y justicia, las "virtudes" cristianas de la fe, la esperanza y la caridad, destruyeron el entendimiento pagano de la excelencia humana y subvirtieron las civilizaciones de Grecia y Roma.

Notas.

[1] Inspirado en el artículo "Faith, Hope and Charity", por Shadia B. Drury, publicado en Free Inquiry, Vol.27, No. 5, Agosto-Septiembre de 2007.