martes, 16 de septiembre de 2008

¿El último traspié?


Al Capitalisto medio se le doblan las rodillas. La inhumanidad y la barbarie al fin están dando sus frutos, y el tinglado se viene abajo como si de una demolición controlada se tratase, desde arriba y en vertical, hacia abajo y arrastrando toda la estructura en su desplome. Pero resulta que es incontrolada e imprevisible.

EEUU perseguía al enemigo equivocado, y lo hacía a partir de sus fronteras. Tantos cientos de miles de seres humanos defenestrados colateralmente para acabar percatándose de que el peor y único enemigo de los EEUU, son los EEUU. Como le ocurrió en su día a la URSS. Por las siglas de las siglas.

Entretanto, en mi pueblo (yo vivo en un pequeño pueblecito, muy al Norte de Africa), el paleto presidente de la CECO se pasa el día augurando, como una bruja lola del malangel, pero en gratis. Dice que no te rías, que el siguiente vas a ser tú, ganadero, agricultor, tendero, que no te rías que te va a poner tres velas negras, porque ha subido el precio del chorizo, que antes se vendía por cuatro perras.

Volviendo a la estratosfera, éste es el segundo camino que se acaba, abruptamente. Camino importante, de todos, vía principal. El primero fue el enrevesado camino del marxismo, del comunismo soviético, ahogado en sus propios fluidos, asfixiado por su propio peso y excesos, sin las saludables contraprestaciones del sano ejercicio democrático.

Ahora, la dieta del 70-20-10 deja claro que, a la larga, perjudica la salud de la Humanidad en igual medida. 70% de clase media con derecho a utilitario, 15 días de vacaciones, piso de 89 metros cuadrados con 2 baños y 15 horas de 24 para gastar los emolumentos; 10% de clase empresarial que atesora el total del capital dinerario y ejerce el ordeno y mando sobre el 70% mencionado, más el 20% de clase baja, de salario mínimo y mínimas posibilidades de incorporarse a cualquiera de las dos restantes categorías.

Mientras las proporciones se mantengan estacionarias el equilibrio está garantizado. El 20% de seguros descontentos no reúne la energía necesaria para el envite que sacaría de sus casillas al restante 80%. Ahora, la balanza oscila más de lo acostumbrado, y aumenta el 20 a costa del 70. El agravio de la pobreza en aumento genera energía extra, demasiada agua hirviendo en el depósito de la cafetera, que ya silba.

Los millones de pobres yanquis conformados con el subsidio de un gigantesco país con recursos para sobornar todo lo sobornable nunca han representado un problema. Pero ésto no es América. A pesar de dignas excepciones como el PER, aquí se soborna de arriba hacia abajo, nunca al contrario. Se propinan 400 eurillos a discreción, se soplan 2500 por polvo fecundo al por mayor aunque se eche en La Moraleja, dos horas y media de mayordomo al día para ancianos y/o incapacitados, y poco más.

Los tesoros públicos, superhéroes que vuelan raudos a sacar del arroyo a los potentados que no se acordaron de nadie durante la larga bonanza en jets privados, con sus putas de porcelana y canapés de exclusivo mamut siberiano, el mismo tesoro público que pregona en todos los idiomas que "hacienda somos todos". Sorprendentemente, el rey por lo civil de la nueva tierra prometida, que es donde empezó a fraguarse el desastre, acaba de decir que nones, que el biberón se agota y que de aquí a nada toca chupar goma y aire. Que caiga quien caiga, y ya van tres y un cuarto nominado.

El Banco Europeo no se resigna y pone al euro a sacar músculo, a hacer posturitas culturistas para, de paso vacilarle al vaquero, darle rabia rabiña y hacerle creer que en esta casa se cena con diamantes cada noche. Qué sabe nadie de puertas para adentro. Así que saca la jeringuilla de hacer churros y ve inyectando donde haga falta, que ésto es la Europa Vieja y nos pasamos por el forro los tifones tropicales.

Aquí, en mi pueblo y alrededores, nos vamos a acordar dentro de poco de cuánto hemos gastado en tonterías. El agua va subiendo y el techo, bajando, los muros son de sólida piedra y aquí no cabe un alfiler. Todos juntitos, oriundos y foráneos, como si fuera la foto de la ONU, yo negro, tú chino, tú blanco, tú indio de la india, tú azteca, todos juntitos, en corro, pero haciendo como que sobra espacio, que salimos todos en la foto. Por cojones.

El Sr. Arbushto ya no se muestra preocupado, que no cunda el pánico porque al final el diagnóstico es tranquilizador: todo es un reajuste. Un reajuste de bolsillos, un reajuste del clima, un reajuste de la vergüenza, la poca y la mucha. Hasta el barril de petróleo se ha reajustado, no así el combustible en gasolinera, que ya se sabe que los precios suben en cohete y bajan en paracaídas, para no hacerse daño.

El Capitalismo es un sinvivir, un contigo ni sin tí, un sistema de extremos opuestos que cuando es negativo lo llaman cracks y apellidan por años, 29, 73, y cuando es positivo nadie se acuerda de bautizarlo, que a las orgías se va con pasamontañas. El último superviviente de la maratón de obstáculos hacia el futuro de más de seis mil millones de seres humanos, hinca rodilla, y el resto de corredores está muy, muy lejos de alcanzarle. Unos por discurrir aún por los tortuosos vericuetos de la Edad Media, otros porque ni han superado ni les han permitido superar el Paleolítico. La carrera podría acabar en estampida, en un desbarajuste descomunal, podría incluso reiniciarse, suspenderse indefinidamente o convertirse en una batalla campal, que el deporte eso es lo que tiene, y guarda un misterioso parecido con la política, que sólo los atletas saben explicar.

Sería deseable que un tercer participante, fresco y tan de otro planeta que en nada se pareciese al caído, recogiese el relevo y reemprendiese la marcha, aprendiendo de los crasos errores de los caídos. El Progreso es un itinerario forzoso que merece ser disfrutado, a pesar de que pretendan convencernos de que se trata de un vía crucis, una penitencia, un tránsito desagradable a través de un valle de lágrimas. Tal es la herencia “cultural” de las Catedrales, de la que muchos aún hoy se jactan.

Términos como equilibrio, igualdad, solidaridad, sostenibilidad, han sido ahuecados por el discurso político. Los reyes midas de la basura juegan a malabares con las vidas de los otros, pasándoselos de una mano a otra en arriesgadas trayectorias aéreas. Si alguna se despanzurra contra el suelo, se repone y punto.

Darwin dio en el clavo y, aún hoy, el proceso evolutivo continúa incluso dentro de nuestra propia especie. La escisión comenzó hace milenios, y se prolonga hasta el día de hoy. La diferencia entre los neandertales contemporáneos y los homo sapiens destinados a sustituirles es clara.

Los unos son seres egocéntricos, beben TV y circulan en 4x4, ofrecen sacrificios a los dioses y no conciben la vida sino es sobre los hombros macerados de los inferiores. Los otros… son los otros.

De lo que no estoy seguro es de quién desplazará y extinguirá a quién.

Una de injusticias.

La cosa hoy no iba de este palo, pero cada cual tiene sus puntos flacos y, la carne, es débil. La fibra de sensible nylon es lo que me ha tocado el conocer la situación que viven, como desdichados apátridas, el colectivo de profesores de religión de esta ciudad, abandonados a su mala suerte por la consejería de educación de la comunidad.

Divinamente dotados para el estudio y la enseñanza, podrían haberse declinado por carreras con más salidas profesionales: astrofísico, filólogía del sánscrito, incluso ingeniero proyectista de alféizares. Pero no. Tuvo que ser profesor de religión, la más difícil de todas. Me mata la pena.

Y ahora son víctimas del mobbing laboral. Los ves deambulando por la ciudad, preguntando por esos centros docentes de Dios si les quieren, si les necesitan. Diecisiete de ellos, incluso, tontería que pregunten porque han prescindido de ellos directamente. Los directores de los centros, individuos malévolos, rojos y diabólicos donde los haya, son los depositarios de su suerte y distribución horaria. Estos hombres y mujeres ejemplares viven una situación laboral y familiar precaria, perseguidos hasta la extenuación, echados a los leones, ignorados. Entretanto, estoicos, miran deseosos al pasar al resto de profesores de ciencias, historia, matemáticas, que acuden diligentes y seguros a sus entarimados, con sus destinos definidos.

La mesa de negociación que imploran es imprescindible. Las cosas hay que tratarlas racionalmente. Los enfermos deben rezar, los miserables deben rezar, los oprimidos deben rezar. Pero ésto no es lo mismo. Aquí hay que luchar por el pan de uno, tratar, presionar, convencer y vencer.

Desde estas líneas mi apoyo y comprensión para con este colectivo; recen, recen con todas sus fuerzas y ya verán como el Altísimo acude raudo en su auxilio, y pone en su sitio a los herejes mequetrefes que con tan inaudita saña boicotean su Obra. Recen.

Si, pero... ¿hay alguien más ahí?