miércoles, 19 de agosto de 2009

La ineducación

No acaba de llegar la hora en que el Estado afronte con seriedad la instrucción de los ciudadanillos de este país. Como es costumbre entre los estudiantes, el gobierno tiene fecha para el examen, -el próximo informe internacional sobre calidad de la educación-, pero volverá a dejar toda la materia para el día antes de pasar la prueba, con lo cual hay que dar por seguro que volverá a suspender. En realidad no es un fracaso del ministerio de educación, sino de la sociedad en su conjunto.

Y ya va siendo hora de que alguien saque a colación lo que muchos piensan y nadie comenta, por variados y siempre personales motivos: el periodo de descanso de los estudiantes resulta excesivo.

En lo que a la formación académica se refiere podríase asegurar que el tiempo es oro. No son pocos los casos en los que la materia se imparte parcialmente por falta de tiempo real para completarla, hecho al que siguen tres meses de inactividad. Absurdo.

El victimismo del estudiante en este sentido no es de recibo. Las excusas de la administración, tampoco. No es necesario sucumbir a la tentación de establecer comparaciones obvias entre el ámbito laboral y el estudiantil para concluir que se trata de un asunto prioritario al que urge hincar el diente sin eufemismos ni prejuicios.

Hasta ahora, las cosas han sido conducidas en la forma que todos conocemos, y los resultados son escandalosos. Los estudiantes se han convertido en las víctimas de un sistema que les trata como estúpidos, sin ser aún conscientes de que muchos pagarán cara la filosofía del dame pan y dime tonto que se les está inculcando.

En este sentido, tanto el gobierno como los estudiantes están intelectualmente de vacaciones y no se vislumbra mejoría en ningún sentido, dinámica por otra parte muy acorde con la tónica general del PSOE a la hora de afrontar la tarea de gobierno: esperar a que pase la mala hora, o unas elecciones le releve de la responsabilidad y que pase el siguiente.

La guerra de los cruficijos, en esta situación, es irrelevante. Al fin y al cabo, una cuarta parte del tiempo estos idolitos presiden aulas -y cabezas- vacías.