miércoles, 28 de mayo de 2008

El Papel del Estado.

Varios son los papeles que juega el Estado en la vida de los ciudadanos. Sin embargo, de todos ellos, hay un papel que destaca por su importancia en todos los ámbitos y, muy especialmente, cara al futuro. No, no es el que estás pensando; se trata de un papel mucho más simple. El papel de escritorio.

No hace tantos años, con la implantación universal de la informática en la empresa tanto pública como privada, esos nefastos -y demasiadas veces desacertados- agoreros que son los medios de comunicación, vendían a voz en grito que la era del papel escrito llegaba a su fin. Iba a decir "nada más lejos de la realidad", pero me lo pienso mejor y lo dejo en un simple y una mierda.

No voy a referirme al papel empleado en la impresión de noticiarios y literatura que, sobre todo en el caso de ésta última, afortunadamente sigue utilizándose soporte material.

Aludo al papel consumido por la administración, por todo tipo de administración, y en la publicidad masiva que mediante el buzoneo se reparte por una gran mayoría de domicilios.

Cuando eran utililizadas las máquinas de escribir, un error en la escritura se traducía en una maldición -con o sin palabra gruesa, o muy gruesa- seguida de la sacudida al bote de tippex y la delicada labor de pintar de blanco la errata, un suave soplido de unos breves segundos tras los que a algunos nos sobrevenía un ligero mareo. Y quedaba como nuevo. Existía incluso la solución de la mosca, tachoncillo venial que el futuro lector entendía como error humano y como tal pasaba por alto.

Al día de hoy, sin embargo, repasas el texto en el monitor una y otra vez, pasas el corrector ortográfico y, ya seguro de tí mismo, ordenas imprimir. Retiras el papel y, meticuloso tú, relees, confiado y lleno de satisfacción. Diablos, jodida coma, que contigo ahí no se entiende un pimiento. ¿Pero quién le ha dado permiso al corrector para cambiar "bufando" por "bufanda"? Como la olivertti está en situación fósil e inutilizable hace lustros, no tengo más remedio... archivo - imprimir - una copia.

El primer folio, defenestrado, a la papelera. Y contando con que, con el cabreo de la coma y la bufanda, no hayamos pasado por alto algún error más, que se traducirá finalmente en el empleo de un número de folios superior a 4, en lugar de la única hoja que cándidamente habíamos previsto usar.

¿Y las fotocopias? fotocopias para todo, en cantidades ingentes, proporcionadas por estas nuevas máquinas que te hacen dieciocho copias por minuto. Así que, oye, mejor que sobren que no que falten. Pero... ¡ondia, que eran por las dos caras! ¡para éso! ¿parar? ¿y cómo se para? Y mientras la máquina, desbocada, tras-tras-tras... ya se para... vaya montón de papel... para nada... en fin, habrá que volver a empezar.

El resultado se traduce en toneladas de papel que diariamente se van al cielo, porque, digan lo que digan, el porcentaje de papel inútil que se recicla sigue siendo irrisorio.

Los Tribunales solicitan constantemente de las administraciones fotocopia de multitud de expedientes. Sumando que las fotocopiadoras tienen vida y opinión propia, y que suelen colocar en la tarea reprográfica al operario torpón, el resultado viene a ser que diariamente se va a la basura un cantidad de papel tal que ni Rajoy tiene ovarios de plantar la cantidad de árboles necesaria para su sustitución.

Hacienda, la divina Hacienda, que en un alarde de modernidad envía a millones de ciudadanos un presuntuoso borrador de al menos cinco páginas cada uno. Abres el sobre, echas un vistazo, te admiras de lo que sabe esa gente sobre tí. Ahora sonríes, satisfecho. Se les ha escapado un detallito... 23'76 euros... pero oye, son míos... así que me voy para la Delegación chutando, que me la tienen que rehacer, por mis siete churumbles, que sí. Cinco páginas de media, multiplicado por varios cientos de miles... otra burrada.

Y éstos es sólo el botón de la muestra. Seguro que con poco esfuerzo, encontramos muchos más ejemplos de la alegría con que la Administración en particular, y las empresas en general (publicidad tipo "a ver si pica") desperdicia una vez más los recursos y dineros de todos.

Por cierto, no quiero dejar pasar la ocasión sin dejar la siguiente recomendación: Cuando (generalmente una financiera) os envía la pubicidad e impreso para solicitar un crédito, suele acompañar un sobre para remitir la conformidad. Este sobre va con franqueo pagado en destino, o algo así. Oportunidad de oro. Escribid una nota haciendo un repaso airado a la catadura moral de los ancestros del firmante, lamed cariñosamente el borde, cerradlo y echadlo al buzón.

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