Si por un cúmulo de casualidades los creyentes hubiesen acertado, puntualmente, en cuanto a la continuidad de la existencia tras la muerte, a estas horas estará Saramago departiendo tranquilamente con Jesucristo, que le habrá esperado impaciente durante los últimos 30 años.
Mil veces más se ha escrito sobre él en un día, que en todos los años que pasó ejerciendo la literatura.
Le Obsservatore Romano, entre otros medios católicos radicales, le ha puesto a caer de un burro. A moro muerto, gran lanzada. La cobardía del clero. Les recuerda demasiado el inicio de su propia historia. Un hombre sencillo, preclaro y portador de una filosofía irrebatible. Y deja una Obra que contiene muchas de las claves para interpretar el pasado y construir un futuro distinto al que todo indica que estamos abocados a padecer.
Naturalmente que sienten miedo. Esta vez no podrán quemar sus libros. Ni anatemizar los claros principios que algunos de ellos contienen. Esperaban un anticristo, pero les sorprendió un simple anticatólico. Porque nadie dibujó jamás un Jesucristo más entrañable y dulce que Saramago en su Evangelio según Jesucristo.
La Vanguardia de la Humanidad siempre camina un paso por delante del resto, y Saramago pertenece a esta avanzadilla, siempre objeto de escarnio y desprestigio por parte de quienes llevan siglos quedándose rezagados e intentando impedir, a toda costa, el progreso de los demás.
No reunieron las agallas suficientes para combatirle en vida y, ahora, ya es tarde. Se puede luchar contra un hombre, pero no contra un fantasma. De sobra lo saben quienes durante dos mil años han ganado sus más difíciles batallas gracias a, precisamente, un fantasma. Les guste o no, ha muerto un nuevo mesías... el Mesías de la Razón.
2 comentarios:
Cuando los sinvergüenzas ven las de perder suelen perder los papeles y convertirse en bocazas. Lo dicho, lejos de enmierdar el objetivo se ponen pringaos ellos mismos. Como si disparasen su basura en dirección vertical a sus cabezas, jajaajajaja.
Has bordao la semblanza del Mesías de la Razón, como le llamaré de aquí en adelante al Maestro Saramago.
El mejor homenaje que la Iglesia Católica ha podido hacerle a Saramago ha sido intentar hablar mal de él. Aunque no ofende el que quiere, sino el que puede. Y la clerigalla no está en condiciones de hacer valer sus ofensas hacia alguien que les ha dado constantemente sopas con honda. A mi, hasta me hubiese sabido mal que lo hubiesen elogiado. Pero, que va, fieles a su inquebrantable caridad cristiana los meapilas de los medios de comunicación eclesiales han estado, una vez más, a la altura de sus penosas miserias, humanas e intelectuales.
Descanse en paz el que fue un magnífico arquitecto de las ideas. A los poseedores de "la verdad revelada" que les den morcilla patatera.
Saludos.
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