40 páginas, y ya noto los primeros efectos secundarios.
Después de muchos años convencido de que tenía los ojos abiertos, me percato -sorprendido en principio, horrorizado después- que camino a tientas, como todo el mundo, y con los párpados más cerrados que un místico en trance.
Y barrunto que el camino, el mío, además, va más que equivocado.
Me fue recomendado por mi más que estimado contertulio Manuel Harazem, advirtiéndome que me costaría hacerme con él, como así ha sido; pero al fin lo tengo. Y, en efecto, la exposición, siendo similar a otros planteamientos de la misma cuerda, es distinta a todas. Aún no sé porqué.
El propio autor desaconseja su lectura a determinada clase de ciudadanos.
Por mi parte, si no quieres andar incómodo por el mundo el resto de tu vida -como si tuvieses la conciencia calzada en unos zapatos pequeños-, te recomiendo que te sustraigas a la tentación, y no lo leas.
Panfleto contra la estupidez contemporánea, se llama. Hazme caso: deshazte de él. O él se deshará de tí.
A Manuel, sólo darle las gracias.
3 comentarios:
Hola Pincho, voy por la pag. 25 aún...
Comparto lo que dices... y que buena punteria ha tenido el estimado Harazem.
Bienvenidas sean las bitácoras como la tuya, sr. Picho...
Salú.
Jajajajajaja. ¿Habéis visto qué cabrón? Lo que tiene el libro es que nos incluye a nosotros también, a los que nos consideramos “concienciados” y liberados por ello, de alguna manera, de culpa. Y consigue hacerte sentir tan malvado (“estúpido”) como los demás.
Me alegro de que haya caído en vuestras manos, Victorio y Pincho.
Un abrazo
La espuma de sana envidia que rezuma por mi boca hará que me ahogue, creo poder localizar el libro en la librería Beta, aunque aún espero encontrarlo por otros medios, desde luego en la biblioteca municipal es imposible, no lo tienen, así que de momento seguiré con el que estoy.
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