viernes, 13 de noviembre de 2009

El Muro de Merlin.

En los últimos días los temas para abordar en el blog se amontonan. Pito pito, golgorito... no sé por cuál empezar. O que no tengo maldita la gana de empezar, porque, para qué... Creo que ha sido el atracón de lecturas "demócrata liberales". Les quitan a uno las ganas de vivir, y surge la duda: de dónde nos sale tantísima cantidad de mala leche.

De estos últimos días me ha quedado una remanencia, que nada tiene que ver con los piratas de Índico, ni la berrea política, ni el despliegue de compasión de Cáritas Diocesana en tiempos de guerra, ni la exposición itinerante de trajes goyescos, ni nada de nada. Ni siquiera la entrevista de anoche a J. Sabina y su ojo clínico. Me ha quedado un regusto a Pink Floyd y sus rojos y nazis martillos marciales desfilando entre las riberas del gentío, una demostración de brutalidad aséptica, una advertencia de que nada se puede cambiar.

Decía el San Josemaría de los ateos, Saramago -también ayer- en una críptica entrevista de la que se salvaron -o más bien se entendieron, cuatro palabras mal contadas- que el Hombre se había equivocado de camino en algún momento de la Historia, incluso de la Prehistoria. Tomó el sendero más pedregoso e inhóspito, y hasta hoy. Lo del sendero, es mío. Él añadió que "se comportaba como si fuese posible cambiar el mundo, pero estaba seguro de que no".

Y el Muro. Concha Velasco tuvo un chispazo al ser interviunada sobre El Muro, y aplomó, más o menos textualmente, que afortunadamente los muros caen, pero se siguen levantando otros. Y yo me adhiero a la reflexión. Y voy más allá en su definición. Porque no son muros de hormigón. Son muros invisibles, aunque tangibles; quizá electromagnéticos, como un escudo futurista. Muros mágicos que nadie sabe o quiere explicar porqué están ahí o la forma de diluirlos. Son los Muros de Merlín.

Tal y como imaginaba, al final he hablado de nada.

2 comentarios:

MariaJU dijo...

Los muros pueden ser tb para cobijarnos y protegernos, sólo sirven de protección si tienen salida para escapar de ellos, ya sean visibles o invisibles, en este último caso, de no ver la salida, serían una enfermedad mental.

La nada puede ser un muro igualmente agobiante, cuidado con ella. >;0]

Anónimo dijo...

A ver cuando se dan un paseo por Cisjordania, o Mexico, o Ceuta y Melilla, o el Sahara Occidental, O Eslovaquia, o....