lunes, 5 de abril de 2010

La sensatez al poder. I

Usamos el tópico de la imaginación al poder, sin caer en la cuenta de que el mundo se construye a base de simples series de sumas de dos números, y poco más. Incluso la multiplicación consiste en sumar un número a sí mismo tantas veces como diga un segundo número. Con este simple principio como herramienta conseguiríamos hacer de esta bola un lugar mucho mejor, si tuviésemos la valentía y la honestidad de apechugar con las consecuencias, claro está. Porque hay ocasiones en que uno piensa que, en realidad, tras los discursos vacuos y las comidas de trabajo, nadie está realmente interesado en sumar dos y dos.


Así fue como el laureado de la economía de perogrullo -y la califico así por la sensatez de sus planteamientos y conclusiones-, D. José Barea, se ha situado prácticamente en la cima del podium de los gestores presupuestarios: sumando una y restando tres. A sus ochenta y tantos, Barea, lúcido neoliberal a saco y fichaje estrella de Aznar, sigue teniéndolo claro:

lo primero y lo segundo que hay que hacer para sanear una economía, es congelar el sueldo de los funcionarios de base durante cuatros años. Sí, ésos que salen por 1.100 euros ramplones al mes.

lo tercero, reducir 10% de la plantilla de asesores y otro tanto por ciento las retribuciones complementarias de los altos cargos públicos. Sí, ésos de entre 3 mil y 5 mil eurazos al mes.

lo cuarto, reestructurar a fondo los capítulos de protección social (sanidad, servicios sociales, desempleo y pensiones), es decir, reducir gastos y coberturas a toda costa. Se traduciría en los caritativos profesionales dándose aún más autobombo, si cabe, y consagrándose definitivamente como los únicos e inimitables quijotes de los pobres. De paso, Barea se escuda tras el el premio nobel P. Krugman para dejar caer que tanto los precios como los salarios actuales son insostenibles. Pues divídalos ambos por dos, hombre de dios...

lo quinto, dar vacaciones indefinidas a tres ministerios al completo: Cultura, Vivienda e Igualdad. Eso lo entendería.

como sexto, situaría un invento revolucionario tipo si lo logras te monto un piso, a saber: se llama flexiseguridad y consiste básicamente en conservar la seguridad en el empleo y los niveles de protección de los asalariados, sin que la empresa pierda flexibilidad y capacidad de gestión por ello. Hay acciones para las que resulta imprescindible mandarse extirpar una costilla. Parece mentira.

en séptimo y último lugar, excepto el detalle desagradable de dejar a los mineros bajo tierra hasta los 70 años -muchos saldrían a la superficie justo unos días antes de volver al subsuelo de forma permanente-, Barea se apunta tres medallas igualmente de perogrullo, pero que los sucesivos gobiernos reinantes ni se plantean, a saber:

  1. extender a todo el período contributivo la base reguladora para el cálculo de la pensión.
  2. porcentaje aplicable a la base reguladora proporcional al número de años cotizados.
  3. supresión de todas las jubilaciones anticipadas.

Ya de mi cosecha, añadiría:

  1. la reincorporación al mercado laboral de todos y cada uno de los jubilados anticipados menores de 55 años aunque para ello, evidentemente,debe existir previamente un mercado laboral. Y no es el caso.
  2. la revisión de todas las tallas de pensiones de invalidez, pequeña, mediana y grande, y condicionar su concesión a los ingresos del pensionista.

Lo cierto es que el cuento terminó con Aznar pasando muy mucho de la sapiencia del Sr. Barea, por lo que éste tuvo que largarse pasado un tiempo prudencial, so pena de acabar haciendo el ostra en su flamante oficina presupuestaria.

No hay comentarios: