jueves, 18 de marzo de 2010

Sin solución de continuidad.

Este blog vierte, sobre todo, opiniones personales del tipo que suscribe que están basadas en reflexiones superficiales, hechas a partir informaciones genéricas y diversas, sobre personajes y sucesos también varios.

Diaz Ferrán es uno de esos personajes que, si no fuese su escasa calidad personal, serían prácticamente nadie o, como es el caso, el cuasi anónimo representante de un colectivo.

A Diaz Ferrán pueden serle aplicados múltiples calificativos, tantos como actividades empresariales desarrolla, pero quienes le aupan y sostienen son tan fácilmente adjetivables como él mismo. En su reciente renovación como representante de los empresarios del país ya han saltado algunas alarmas en forma de voces discordantes y disconformes con la idea de verse mirados en un estafador de poca monta mimado por las autoridades incompetentes.

Díaz Ferrán, a estas horas y por méritos exclusivos, ya debería estar fuera de la circulación -no usaré metáforas sobre a cadáveres andantes por que el personal anda muy susceptible desde el asunto de Aguirre en feisbuc-, y ser considerado un peligroso criminal en materia económica y empresarial, una vez comprobado que amortaja todo cuanto toca y que la única lucrada es su propia persona física y jurídica. La jugada de Air Comet debió bastar para abrir los ojos del Ministerio correspondiente y apresar y poner a buen recaudo a este tipo. Pero en esta tierra, el inocente ha de demostrar que lo es mientras el evidente culpable campa a sus anchas en tanto se mantenga dentro de los límites cuantitativos legales que distinguen el hurto del atraco a mano armada.

Es el fruto de un Estado y un Sistema inútiles. El Estado es un recaudador que se deja ver sólo en época de recolecta. Entretanto, somos estafados por compañías mercantiles de todo tipo y en todo ámbito, muchas de ellas de titularidad o participación pública. Vengan a mí las eléctricas, telefónicas y suministradoras varias a violarme por donde les plazca, vengan las aseguradoras a regatearme lo que tengo más que pagado, las líneas aéreas sobradas de pasajeros pero no de pasajes, las administraciones públicas darme el pan simbólico del empleo y la vivienda.

Díaz Ferrán no está presentable, y sus electores lo saben, por más que enmascaren su reelección en las justificaciones más neocon y absurdas. La única forma de tratar con él sería la expropiación pura y dura, repasar las notas de qué se hizo en RUMASA y actuar en consecuencia. Y las eléctricas catalanas ya deberían estar públicamente sancionadas con varios cientos de millones de euros, que la Administración se encargaría de repartir justa y generosamente entre los perjudicados.

A los sinvergüenzas, sólo les escuece el bolsillo. Por el momento, sólo me cabe preguntar porqué el ciudadano resulta siempre el más desaparado por la Administración. De qué credibilidad esperan disfrutar los próximos años los empresarios, con semejante botarate como mascarón de proa. Cómo podrán seguir reprochando a la sociedad el pobre concepto que tiene del empresario español, plañidero sabihondo, explotador y gurrumino donde los haya.

Con Díaz Ferrán y su asociación de empresarios, resulta fácil y divertido ser de izquierdas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No entiendo a que esperan. Miran hacia otro lado descaradamente. Y es que los intereses son los intereses son los intereses.

Un abrazo.

Landahlauts dijo...

En cualquier caso, a mi me parece excelente que este hombre represente al tejido empresarial español. Quizás porque representa mejor que nadie a ese tejido empresarial, tan frecuente, y que tu has resumido mejor de lo que podría hacer yo: "español, plañidero sabihondo, explotador y gurrumino donde los haya".

Nadie les "meterá mano". No más de lo que ellos consideran prudente y razonable.

Saludo.

Isaak dijo...

Opino como tú, Landahlauts, "de esos fangos estos lodos", y si insisten en mantener a este individuo -más especulador que empresario- se deberá a que todos ellos son más especuladores que empresarios. Me alegro que cada cual esté en su sitio sin disimulos y con su naturaleza e intenciones bien claras.

Oceánida, no esperan nada. Sólo los pocos empresarios honestos que aún debe haber, han levantado la voz y dicho no sentirse representados por esta berenjena empresarial. A los demás no nos pilla de sorpresa, desde luego.

Fuerte abrazo.